La puerta abierta
¿Qué habrían dicho nuestros antepasados de haberse enterado de que España, el mismo país del que fueron expulsados tras siglos de persecuciones, abre hoy sus puertas a los judíos sefardíes que quieran tener su nacionalidad? Esta noticia corrió como pólvora a finales del 2012 y hubo muchos sentimientos encontrados: el reconocimiento de que el pueblo judío es un miembro amputado de la nación hispana, que ahora reclama a sus hijos volver al suelo ibérico; y por otro, la aversión que algunos sintieron por este anuncio hecho a destiempo, cuando ya los judíos no necesitamos la buena pro de los reyes, y mucho menos cuando ya existe un país, Israel, donde se nos garantiza, a nosotros y a nuestros correligionarios askenazíes, el libre ejercicio de nuestro judaísmo, sin dar explicaciones y sin andar justificándose ante las mayorías que no nos entienden.
En la maraña de nuestros sentimientos encontrados, debemos decir que la puerta abierta del solar ancestral es también un acto de reciprocidad al amor de cinco siglos que los sefardíes hemos sentido no por España como país concreto, sino por la hispanidad como nación espiritual, como Edén perdido que nos da sentido de identidad; pero que no necesariamente es un lugar físico, ni un gobierno, ni un pasaporte.
Nos encontramos, pues, ante el dilema de las identidad fragmentaria judía, que tiene los pies aquí, la cabeza allá y el corazón más allá, de lo que dan razón nuestros amigos y familiares que han hecho aliá y que una vez instalados empiezan a tener los pies allá, la cabeza y el corazón apuntando hacia el país donde nacieron.
Naturalmente, la España de 2013 no es la misma del 1492. Es un país que ha hecho de la cultura judía objeto de programas gubernamentales para su recuperación, promoción y divulgación, y en ese país se han reasentado comunidades judías que hoy están en pleno crecimiento y desarrollo, a pesar de que la población española guarda muchos de los prejuicios históricos que posibilitaron en su momento la expulsión, aunque, es justicia decirlo, el sistema de libertades democráticas y el respeto de los Derechos Humanos han moderado las posiciones y han limitado las acciones de quienes pretenden agredir a los judíos que ahí viven.
Desde el Centro de Estudios Sefardíes de Caracas apreciamos el gesto que el gobierno español ha tenido para con nuestros hermanos; aunque también, nuestras oraciones apuntan a que haya paz en Israel y Venezuela; y que nuestros gobiernos, en este año de 2013, reanuden sus relaciones, para que todo el pueblo judío, no solo una parte, pueda disfrutar de aquel intercambio rico y nutriente de información, cultura, gente y buenos deseos que había entre nuestros dos países.
Índice
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Poesía