Rab Samuel Garzón
La palabra hilulá significa conmemoración festiva. Este término es utilizado, por excelencia, para determinar el día del aniversario de la muerte de rabí Shimón Bar Yojái.
Cabe preguntarse: ¿cómo es posible que, por la muerte de un ser humano, hagamos una conmemoración festiva? La explicación que dan nuestros jajamim, al respecto, es que los hombres justos, aun después de su muerte siguen en vida, ya que su ejemplo y sus enseñanzas continúan presentes en nuestras existencias, como el mismo día en que fueron dictadas, a diferencia de los inicuos, quienes, incluso en vida, son considerados como muertos. Por ende, cuando un hombre justo, del calibre de rabí Shimón Bar Yojái, deja este mundo, su partida es un motivo de alegría, ya que estamos seguros de que pasó a una mejor vida y porque está cosechando, a diario, todo lo que sembró en este mundo.
No por casualidad, en Lag Baómer, fecha de la conmemoración del fallecimiento de rabí Shimón Bar Yojái, acostumbramos a encender fogatas y velas, haciendo alusión al gran esclarecimiento que hizo este hombre piadoso con su obra magna, el Zóhar (Resplandor), además de sus otras enseñanzas plasmadas en el vasto mar del Talmud, permitiéndonos conocer varios de los secretos más excelsos de la Creación. Entre estos, conseguimos uno que versa así: «Si los hijos del Am Israel llegasen a cuidar dos shabatot seguidos, inmediatamente gozarán del privilegio de contemplar la llegada del Ungido» (Shabat 118b).
Rabí Shimón Bar Yojái fue uno de los grandes alumnos de rabí Akibá, y además, fue el maestro del gran erudito rabí Yehudá Hanasí, autor de las Mishnayot. Gran parte de su sabiduría la obtuvo mientras estuvo escondido durante trece años en una cueva, junto a su hijo rabí Eleazar, evitando ser capturados y ejecutados por los soldados del Imperio Romano, quienes prohibieron el estudio de la Torá en esa época. Tal erudición le fue otorgada, en recompensa por el estudio realizado con mucha disciplina y sacrificio, requisitos básicos para obtener el éxito.
La noche de Lag Baómer, se acostumbra encender dos velas, en memoria de Rabí Shimón Bar Yojái y de su hijo Rabí Eleazar, y pedirle al Creador que, por el mérito de estos dos hombres buenos, se nos concedan todos nuestros deseos y anhelos, para bien.
Sea la voluntad del Creador, que el mérito de rabí Shimón Bar Yojái, su hijo rabí Eleazar y todos los tanaítas y amoraítas, nos ampare, a nuestra kehilá y a todos los judíos dispersos en los cuatro confines del mundo, para que, prontamente, en nuestros días, seamos redimidos y reunidos en Yerushalaim con la llegada del Ungido. Amén.