Los judíos y LAS BRIGADAS INTERNACIONALES, Por Momy Sultán

Por Momy Sultán

A propósito de los coloquios-café que el CESC organizó con motivo de la exposición en la sede de la AIV de la exposición Visados para la Libertad, el señor Momy Sultán presentó la siguiente ponencia sobre la participación de ingentes cantidades de judíos del lado de los republicanos durante la conflagración interna que desangró a España entre 1936 y 1939.

El 1º de octubre de 1931, en España, comienzan las reformas del ejército español emprendidas por el ministro de Guerra, Manuel Azaña. En abril de 1932 se inició el retiro de los generales y la mayor parte de la oficialidad, además de comenzar la desmilitarización de Marruecos.

En junio de ese mismo año se regularon los ascensos de suboficiales, se clausuró la Academia General de Zaragoza por fomentar el antirrepublicanismo, y esta fue una de las causas principales de la rebeldía de los militares africanistas, la flor y nata del ejército español.

El 1º de mayo de 1936, Indalecio Prieto, líder del PSOE, advierte que existen fundadas sospechas de la preparación de un golpe militar para acabar con la República. El 6 de julio de ese año comenzaron las maniobras militares en Llano Amarillo (zona de Ketama), donde se fraguó el alzamiento en Marruecos. El gobierno de la República estaba receloso en autorizarlas, pero al fin accedió sin imaginar las nefastas consecuencias de esta acción.

Las guarniciones de África eran fieles seguidoras de Franco y Mola, pero delegaron en el coronel Yagüe, jefe de la Legión, la sublevación. El ejército en Marruecos sumaba veinticinco mil hombres de tropas profesionales como la Legión, Regulares y Caballería, de las cuales intervinieron diecisiete mil hombres que finalizaron el 12 de julio las maniobras militares. En el almuerzo de ese día todos los oficiales y generales presentes pidieron a gritos «¡CAFÉ!», que era la contraseña para el alzamiento: «Camarada, Arriba la Falange Española». Ese mismo día es asesinado por los falangistas el teniente José Castillo, cuando salía de su domicilio de Madrid.

El día 13 de julio es detenido el diputado José Calvo Sotelo, sacado de su domicilio y trasladado por la policía; al salir, Calvo comenta: «Creo que pronto telefonearé a mi familia, si es que no me llevan a darme cuatro tiros». Efectivamente, es asesinado por un joven socialista gallego de nombre Luis Cuenca, el cual le dispara dos veces en la nuca. Este hecho acelera el alzamiento.

La Falange fue fundada por José Antonio Primo de Rivera el 29 de octubre de 1933. Los monárquicos la llamaban «la funeraria española ». Primo de Rivera fue fusilado por la República el 20 de noviembre de 1936 en Alicante.

La mayor parte de los judíos del mundo vieron en la Guerra Civil Española una batalla contra el nazismo y el fascismo, ambos antisemitas. Al formarse la Brigada Internacional como una fuerza para luchar contra el fascismo español sublevado, tomaron parte en ella muchos judíos de diferentes tendencias: comunistas, socialistas, anarquistas e idealistas antifascistas. La idea de esta fuerza internacional de voluntarios para ayudar a la República española se gesta en septiembre de

1936, en octubre se creó la Primera Brigada y el 7 de noviembre de ese año, apenas a meses del inicio del conflicto, entraron en combate.

Hay diversidad de opiniones acerca de la cantidad de voluntarios que intervinieron en la Brigada Internacional. Hugh Thomas, en su obra La Guerra Civil de España, calcula unos cuarenta mil voluntarios; de estos, un alto porcentaje era judío. Al luchar contra Franco, estas personas pensaban seguramente que combatían la tiranía y el nazismo.

Un brigadista judío, Rubin Schechter, en una carta dirigida a su padre el 12 de agosto de 1937, catorce días antes de morir en Brunete, decía: «Escribimos ahora la historia en los campos de batalla de España; quien cierre los ojos hoy para no ver, no debe quejarse de que no le hayamos enseñado el camino para luchar por la libertad».

Josef Toch, judío austríaco y ex brigadista, después de varios años de estudio, dio la cifra aproximada de siete mil setecientos cincuenta y ocho judíos voluntarios en las Brigadas, compuestas por dos mil doscientos cincuenta polacos, mil doscientos treinta y seis norteamericanos, mil cuarenta y tres franceses, doscientos catorce ingleses, doscientos setenta y cuatro palestinos, cincuenta y tres soviéticos y mil noventa y tres entre húngaros, austriacos, checos, yugoslavos, alemanes y canadienses, además de un total de mil seiscientos dos judíos procedentes de cuarenta países distintos. Toch señaló que la participación de estos debió de ser más elevada, pues, para evitar represalias contra sus familias, los procedentes de Alemania y Austria seguramente cambiaron sus nombres.

Alberto Fernández, oficial del ejército republicano, afirmó en sus escritos que hubo judíos en una columna catalana, y que de quinientos voluntarios rumanos, cuatrocientos cincuenta eran de ese origen. Para Fernández, la cifra que más se acerca a la realidad son nueve mil voluntarios judíos en las Brigadas Internacionales. En agosto de 1936 podía leerse en los periódicos en yidis de Polonia cartas de jóvenes pidiendo información para ir a luchar a España. Una mujer escribía: «Es imposible vivir tranquila mientras asesinan a todo un pueblo por la única razón de haber votado un régimen antifascista». Los ciudadanos polacos que lucharon en la España republicana perdieron por decreto su nacionalidad y sus derechos de ciudadanía.

Hitler había dicho: «Los judíos son cobardes y desertores». Los combatientes judíos encontraron en los campos de batalla una tribuna mundial donde demostraron las falsedades de los nazis. «Por vuestra libertad y la nuestra», era el lema escrito en la bandera de la Brigada Dombrowski.

Albert Einstein mostró su adhesión al gobierno en una carta pública dirigida al embajador español en Washington el 4 de febrero de 1937; asimismo envió un mensaje de solidaridad al Congreso de Defensores de la Cultura, celebrado en Valencia en julio de 1937, en plena Guerra Civil.

El Bund, partido judío socialista, fue uno de los que más apoyaron a la República. También hubo colectas para recoger fondos entre los judíos para ayudar a la República; una de ellas se efectuó en Varsovia, el 14 de septiembre de 1938.

La Histadrut recogía sumas importantes que fueron transferidas al Fondo Internacional de Solidaridad.

El gobierno franquista recibió desde los primeros momentos una ayuda ilimitada de los gobiernos fascistas y nazis de Italia y Alemania. Mussolini mandó una legión de voluntarios que eran la flor y nata de su ejército, que por cierto no tuvieron una acción muy lucida durante la Guerra Civil, sobre todo en la batalla de Guadalajara, donde el ejército republicano les infligió una derrota total. El papa Pío XII dio su bendición apostólica a las tropas que iban a luchar a España y creo que por eso tuvieron una actuación tan desastrosa en todos los frentes, pues con esa bendición los ‘ainearon (mal de ojo).

En apoyo al régimen franquista, Hitler envió a España a la «Legión Cóndor», un cuerpo altamente profesional. Allá probaron la eficiencia de su naciente Luftwaffe: setecientos pilotos cuidadosamente seleccionados que volaron con las tropas de Franco. En España ensayaron el bombardeo de ciudades, como el realizado sobre la ciudad de Guernica en el País Vasco, donde probaron el famoso avión Ju 87, más conocido como Stuka por el ruido atronador que hacía al bombardear, totalmente en picada. Este tipo de nave fue usada por los nazis cuando invadieron Polonia, y bombardearon masivamente su capital, Varsovia.

Durante los tres años de guerra intervinieron unos catorce mil alemanes, entre pilotos y tropas de apoyo. El comandante de las escuadrillas fue el general Richtofen, as de la Primera Guerra Mundial, y el comandante general de la Legión fue el general Wolkmann, los cuales regresaron a Alemania por el puerto de Hamburgo el 6 de junio de 1939, donde fueron recibidos como héroes.

En el mes de octubre de 1996 se celebró en Madrid el reencuentro de los veteranos de las Brigadas Internacionales que lucharon a favor de la República en la Guerra Civil Española.

En la reunión, el gobierno español les concedió por decreto, en una convocatoria extraordinaria de las Cortes, la nacionalidad española a todos ellos. Se rindió homenaje a trescientos cincuenta ancianos brigadistas. El presidente de Castilla La Mancha, José Bono, actualmente presidente del Congreso de los Diputados, ensalzó la labor de esta Brigada Internacional haciendo uso de las palabras del académico Antonio Muñoz Molina: «Viajaron a un país que no conocían, dispuestos a perder, no solo su juventud, sino también, si era preciso, su vida en defensa de la libertad».

En el Cementerio de La Almudena, en Madrid, hay enterrados varios brigadistas judíos. Una placa con sus nombres, un Maguén David y el emblema de las brigadas son testimonio perenne y homenaje a la memoria de todos estos hombres que lucharon por la libertad y la democracia.

Canadá, hace un par de años, fue el último país que reconoció a sus voluntarios haber luchado por la libertad en contra del nazismo y el fascismo que llevaron a la Humanidad a la Segunda Guerra Mundial y al Holocausto.

Cientos de judíos que se encontraban en España en el momento de la sublevación militar no dudaron en sumarse a las milicias populares.

Entre ellos hay que destacar a Enmanuel Mink, al mando de la Unidad Botwin, quien con otros veinte atletas israelíes de la Asociación Deportiva Hapoel estaban en Barcelona participando en las Olimpíadas Obreras. Otros como Benjamín Balboa, sefardí, nacido en Marruecos, y suboficial de la Marina española en una unidad de comunicaciones, tuvo un papel valioso en esta guerra, ya que a él se debió la alerta transmitida a las unidades navales del Mediterráneo, para que los marineros ocuparan los navíos y lucharan por la República.

La historia de las Brigadas Internacionales y su valor está todavía por contarse; su heroísmo es reconocido en las hermosas palabras del poeta Rafael Alberti: «Venís desde muy lejos… Mas esta lejanía/ ¿qué es para vuestra sangre que canta sin fronteras?». O por La Pasionaria en la despedida a los brigadistas:

«Hablad a vuestros hijos de las Brigadas Internacionales, decidles cómo estos hombres lo abandonaron todo y vinieron aquí y nos dijeron: Estamos aquí porque la causa de España es la nuestra. Millares de ellos se quedaron en tierra española; podéis iros con orgullo, pues sois historia, sois leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad de la democracia. No os olvidaremos, y cuando el olivo de la paz eche de nuevo sus hojas, volved».