Es para el Centro de Estudios Sefardíes de Caracas, institución adscrita a la Asociación Israelita de Venezuela, un honor poder estar hoy presentes en este acto en donde simplemente agradecemos la bondad y altruismo de personas e instituciones que colaboraron activamente con la reparación del cementerio judío de Coro, el más antiguo en tierra firme en América Latina y de «la casa de oración» ubicada en la casa Manzano Campusano de la familia Sénior que ya en la segunda mitad del siglo XIX, a partir de 1853, albergó la pequeña sinagoga. En 1986 la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda adquirió el inmueble y hoy en día es también sede del museo Alberto Henríquez, un judío de Coro, quien al fallecer dejó una importante colección de arte contemporáneo.
En 1970, en colaboración técnica con el Ministerio de Obras Públicas, siendo el ministro el doctor José Curiel, hoy acá presente, la Asociación Israelita de Venezuela restauró el cementerio judío de Coro que data de 1830 y la casa de oración. En 1996, por iniciativa del gobernador del Estado Falcón, el mismo José Curiel, el Centro de Estudios Sefardíes de Caracas de la AIV adecuó la sala de oración que utilizaba la comunidad judía de Coro entre los años 1830 y 1950, gracias a la labor del arquitecto Alberto Moryusef presente en esta sala, que reconstruyó con pericia y profundo respeto aquel lugar donde hace más de 100 años nadie reza, pero que sobrecoge a cualquier visitante, ya que la fidelidad de reconstrucción permite evocar en el silencio que la rodea, las voces de los que allí rezaron, las voces de aquella comunidad que supo conservar y valorar en aquel recinto su tradición y pertenencia.
No quisiera yo explayarme en el cementerio judío de Coro, en su interés histórico, en su valor patrimonial, en sus características únicas que lo hacen patrimonio universal sobre todo estando en presencia de distinguidas personalidades como los hoy homenajeados, a la doctora Blanca de Lima con toda una vida dedicada a la preservación, rescate y salvaguarda de la memoria histórica falconiana y el patrimonio cultural de la región coriana.
De Lima ha realizado su labor mediante la dirección del Centro de Investigaciones Históricas «Pedro Manuel Arcaya» de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, que en la persona de su actual director de Cultura, Manuel Petit, fue invitadoa participar en este acto.
Lamentablemente el doctor Petit no pudo asistir debido a las precarias condiciones resupuestarias en las que en la Venezuela actual funcionan nuestras universidades.
Quisiera, sin embargo, detenerme un momento para comentarles que el cementerio judío de Coro ha tenido sus defensores a ultranza en la Fundación del Patrimonio Cultural Hebreo Falconiano, muchos de sus integrantes hoy entre nosotros. Con ellos la comunidad judía venezolana tiene una deuda impagable: han sido ellos, junto con la UNEFM los artífices de que el cementerio judío de coro haya sido declarado el 5 de diciembre de 2003 por el concejo del patrimonio cultural del Municipio Miranda y por decreto del 20 de julio de 2004 monumento histórico regional del Estado Falcón.
La fundación y la UNEFM realizan actualmente y desde hace varios años gestiones ante la red latinoamericana de valoración y gestión de cementerios patrimoniales para que el camposanto judío en cuestión sea incluido en la red internacional de estos cementerios y para ello han intercedido ante el Instituto de Patrimonio Nacional que el lugar sea declarado monumento histórico del país. El CESC invitó a este evento al presidente y director general de este organismo; pero, lamentablemente no pudieron asistir. Coro fue declarada en 1993 por la UNESCO patrimonio cultural de la humanidad y no hay duda de que el cementerio judío fue un factor primordial en esta decisión. Es por ello que el CESC expresa públicamente que aunará sus esfuerzos para lograr que el lugar donde descansan los fundadores de esa kehilá sea declarado monumento nacional de Venezuela.
Sin duda la Fundación del Patrimonio Cultural Hebreo Falconiano. en la figura de su vicepresidente, el doctor Abelardo Coronado y el resto de su junta ha cumplido con creces su objetivo tal como menciona en su documento constitutivo estatutario: «Contribuir a la salvaguarda de edificaciones, monumentos, archivos, objetos rituales y obras de arte que formen parte del acervo cultural sefardí y hagan posible enriquecer y mantener el patrimonio hebreo y la tradición prístina del gentilicio hebraico y en especial la conservación, custodia y protección de la edificación y el terreno que conforman el cementerio judío de Coro y la sala de oración de los hebreos, inmuebles que están ubicados en la ciudad de Coro, Municipio Miranda del Estado Falcón».
La labor de la Fundación se prolonga hasta el presente; se le está solicitando a la UNEFM en estos momentos que los muebles y enseres de la casa de oración sean trasladados temporalmente, debido a la precaria situación del museo Alberto Henríquez donde está ahora, a otra construcción segura, al menos hasta que la universidad pueda realizar las labores de reparación pertinentes.
Quisiera señalar que se encuentra entre nosotros esta noche el señor Jacobo Moreno, persona cuya existencia ignorábamos hasta hace un par de días, a quien se le conoce como «el enterrador de Coro». El señor Moreno durante muchos años cumplió con la mitzvá (buena acción) de enterrar allá a losmuertos y sin duda su loable labor merecerá un futuro reconocimiento.
A continuación unas palabras para agradecer su ayuda a la Constructora Sambil. A raíz de una visita que realizó en el año 2009 a Coro el CESC, pudimos percibir la necesidad de reparaciones y reforzamiento de estructuras que el cementerio ameritaba. Para ello fue invalorable la colaboración del ingeniero José Curiel y del arquitecto Rafael Ángel Curiel.
El monto era cuantioso y se le solicitó a la Constructora Sambil, por intermedio de la arquitecta Ilana Béker su colaboración y fue generosamente obtenida. No quisiera, sin embargo, agradecer a algo tan impersonal como una constructora, sino a las personas que están detrás y dentro de ella. No es un secreto para nadie de nuestra comunidad la solidaridad de la familia Cohén para todo lo relacionado con nuestra kehilá.
Salomón y Dita Cohén y sus hijos, en forma desinteresada, trabajaron y trabajan en forma anónima para ayudar a la comunidad venezolana en general, siendo hoy soportes de instituciones que ayudan, por ejemplo, a la niñez abandonada. Varias instituciones venezolanas tienen detrás la mano callada de la familia Cohén y no solo de la familia, sino de la familia Kohn de la que Dita es originaria junto con Marianne y Carlos y la familia Beker Kohn, personas de bien que hacen única a la comunidad judía venezolana.
El CESC nombra hoy miembro honorario al señor Herman Henríquez, que junto a su hermana Thelma, de manera callada, han sido los celosos guardianes del cementerio judío de Coro realizando desde las labores más sencillas, como suministrar la llave para una visita inesperada hasta en su papel de presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Hebreo Falconiano, bregar por la salvaguarda y conservación integral del mismo.
Al notificarle la decisión del homenaje los hermanos Henríquez pidieron tiempo para pensarlo. No creían merecerlo. ¡Así de grandeza hay en sus almas! Aceptaron; pero, se cuidaron de mencionar el nombre de otras personas que merecían ser homenajeadas.
¿Dónde está la grandeza de estas personas? ¿Qué hay más desprotegido de un cementerio en el que los que allá reposan no tienen la forma de agradecerles su bondad?
Para el judaísmo y el cristianismo es sagrada la preservación del cuerpo, que el occiso sea enterrado para que, según el Génesis 3:19 regrese «al polvo de la tierra porque del polvo has venido». Dice el Talmud, tratado de Ketuvot 11a: “«Todos los muertos resucitarán» y Maimónides en su epístola sobre «la resurrección de los muertos» sostiene que la renovadaunión del cuerpo y el alma es temporal y que varios años después de la resurrección de los muertos el alma se elevará en dirección del mundo de las almas y allá recibirá una recompensa eterna.
Pido por anticipado excusas por haber elegido estas citas que seguramente son parciales y objeto de debate entre nuestros sabios, ya que no soy una persona religiosa. Solamente las he tomado para ilustrar la extraordinaria mitzvá o buena acción que representa haber dedicado buena parte de la vida a preservar el lugar donde reposan los cuerpos de los antepasados.
Desde que conocimos al señor Henríquez y a sus colaboradores, el Centro entendió que era un privilegio poder nombrarlo miembro honorario. Nuestra institución. adscrita a la AIV, fue fundada en 1980. Fue concebida «con el propósito de dedicarse al rescate, investigación, la salvaguarda y la difusión del acervo cultural sefardí». Hoy, al otorgarle el pergamino que nombra al señor Henríquez miembro honorario, hacemos honor al principio fundacional del centro. Quiero decirle al señor Henríquez que integra desde ahora una institución de hombres y de mujeres de gran valía como todos nuestros ex presidentes Jacobo Carciente, Moisés Garzón, Abraham Levy Benshimol, Amram Cohén Pariente y nuestra junta actual. Es para todos nosotros miembros del CESC un privilegio poder hoy estrechar la mano de un judío ejemplar, como el señor Herman Henríquez, que alejado por circunstancias territoriales de una comunidad judía que lo respaldara, ha sabido rodearse de personas de buena voluntad que lo han ayudado en su tarea.
El trabajo no ha terminado, las tumbas ameritan reparaciones y el cementerio refacciones adicionales. La casa de oración hay que mudarla. Es por ello que termino mis palabras exhortando a los miembros de la Fundación del Patrimonio Cultural Hebreo Falconiano a que no desmayen, a que busquen con las tecnologías de hoy (como ha hecho la profesora Blanca de Lima en la red con la familia Sénior) a los descendientes de las familias López Fonseca, De Lima, Correa, Castro, Nahamías, Da Costa Gómez y otras que tienen allá sus deudos a que colaboren económicamente para la completa reparación del cementerio.
La Asociación Israelita de Venezuela y el CESC seguiremos trabajando junto al señor Henríquez y a su hermana a quienes deseamos larga vida y a quienes agradecemos, junto a todos los demás homenajeados todo su esfuerzo y colaboración.
Muchas gracias