*Con un recuento de la trayectoria de la revista Maguén – Escudo a lo largo de sus 150 ediciones, el doctor Moisés Garzón Serfaty agradece al CIDICSEF el homenaje que se le rinde al iniciarse la XII Semana Sefardí de Caracas.
Queridos amigos todos, baruj sheheyanu vekiyemanu vehiguianu la’zmán hazé. Gracias por asistir a este acto en el que me han querido presentar como el principal protagonista; pero, el principal protagonista no soy yo: es el público, los que han colaborado con Maguén – Escudo, los que la han apoyado, y ese es el homenaje que se está rindiendo hoy. A esas personas y a esa revista que si bien es cierto que yo la denomino mi «hijo de papel», me siento tan orgulloso de éste como de mis hijos biológicos, y la verdad es que como cualquier padre le desea a su hijo lo mejor, larga vida, estoy seguro de que la tendrá en manos de los que han recogido el relevo que yo les he entregado.
Igualmente deseo para el Centro de Estudios Sefardíes de Caracas y para la Asociación Israelita de Venezuela, mi AIV, en estos ochenta años de fructífera existencia dedicada al bienestar de nuestra comunidad, al apoyo a Medinat Israel, al enriquecimiento de Venezuela como nuestra patria adoptiva que es y de algunos la patria donde realmente vieron la luz.
Yo les agradezco a todas las personas e instituciones que se sumaron con sus misivas de felicitación a este homenaje. Discurso de agradecimiento de MOISÉS GARZÓN SERFATY «Debemos seguir apoyando la cultura sefardí»
El despertar del sefardismo
Quisiera dedicar unas palabras a CIDICSEF; pero, antes, quisiera explicar que en el año 1970, en este continente latinoamericano hubo un despertar, una explosión de los sefardíes para dedicarse mucho más a la actividad del pueblo judío en general. Porque las comunidades que teníamos por aquella época y, por supuesto, de antes de ese año, estaban dedicadas a sinagogas, cementerios, Jevrá Kadishá, Bikur Jolim, tzedaká, etcéra, lo que era lo tradicional. Pero, la dinámica de los tiempos exigía otras habilidades y otras actitudes a los sefardíes de este continente y del mundo entero. En esa explosión, que yo llamo de un entusiasmo nuevo, de un vigor nuevo, y de un deseo de alcanzar un papel protagónico, de actividad consciente y responsable para labrar nuestro propio destino, nuestro futuro, en unión de los hermanos askenazíes, y con ese entusiasmo tuvo lugar el nacimiento de la Federación Sefaradí Latinoamericana en el año 1972. Paulina Gamus, aquí presente, mi querida amiga y esposa de mi querido amigo Amram [Cohén] es testigo del nacimiento de FESELA en la ciudad de Lima, Perú, el 27 de octubre de 1972 en el marco de la VI Conferencia de Comunidades Judías Latinoamericanas que se desarrolló en esa localidad.
FESELA se creó para incentivar la participación de los sefardíes en la actividad comunitaria en otros marcos además de los tradicionales en los que se desenvolvía. Y no cabe duda de que tuvo un gran éxito, porque se incorporó a los sefardíes en la labor sionista, al apoyo a Medinat Israel y a participar en su construcción ayudando también a nuestros hermanos sefardíes que habían emigrado de la diáspora judeoespañola a Éretz Israel, donde eran ciudadanos de un nivel un tanto inferior y hubo que capacitarlos, de crearles conciencia, y eso lo hicimos nosotros desde Latinoamérica, y lo realizamos a través de la Federación Sefardí Mundial y con el apoyo de otras federaciones sefardíes que se fueron creando en otros continentes, en Europa, en Norteamérica, etcétera.
En ese despertar surgió también –porque había una polémica entre la dirigencia de FESELA en cuanto a qué darle prioridad, si a la actividad política, sionista o al rejuvenecimiento de estas comunidades y, por otro lado, a la cultura– decidimos que había que abordar los dos frentes. Yo era uno de los más abanderados en el aspecto de que había que priorizar la cultura judía y darle más énfasis. En ese sentido, se creó el CIDICSEF por parte de FESELA, en Buenos Aires, que es un ente adscrito a esa federación, y que ha sido presidido por relevantes personalidades a lo largo de estos años para culminar ahora con la presidencia de mi querido amigo Mario Eduardo Cohén, a quien yo digo que me quiere demasiado, lo mismo que Alberto Osorio, mi querido amigo de Panamá. Y así el CIDICSEF fue haciendo sus publicaciones también y se ha destacado por sus exposiciones itinerantes y muy importantes sobre la América colonial judía, labor de mi amigo Mario, y sobre Maimónides y alguna otra, que han tenido un gran éxito y repercusión en nuestras comunidades, e incluso en círculos culturales gentiles. De aquí pasamos a la creación del Centro de Estudios Sefardíes de Caracas en 1980, que lo propusimos a la junta directiva de la AIV que presidía este servidor, en un documento en el que me acompañaban mis queridos amigos Abraham Levy Benshimol, Amram Cohén Pariente y Abraham Botbot Hachuel. La junta directiva, por supuesto y no porque yo fuera el presidente, lo aceptó, porque estábamos conscientes de que era una labor importante.
El CESC entonces retomó la revista Maguén – Escudo, que se había iniciado en 1970 como un boletín mensual de la Asociación Israelita de Venezuela y que dejó de funcionar durante unos años para dar nacimiento a Nuevo Mundo Israelita con los recursos, que no teníamos muchos en aquella época, de la revista Maguén, del periódico Unión de la UIC, la revista Menorá de la B’nai B’rith y alguna otra más que no recuerdo en este momento. Con estos recursos y con el concurso de nuestro recordado amigo y maestro, el doctor Rubén Mérenfeld, Z’L, le dimos impulso a ese periódico del que todos nos sentimos orgullosos y que todavía hoy, gracias a Di-os y esperemos que por muchísimos años más, siga semanalmente acudiendo a su cita con esta, nuestra comunidad.
Semanas sefardíes
El CESC inició las semanas sefardíes porque se nos ocurrió lo siguiente: en mis visitas a las diferentes comunidades de este continente, vi que en una de las reuniones de FESELA se realizó en Brasil unas jornadas sefardíes como un preámbulo a la asamblea general de FESELA; me pareció una idea interesante y al mismo tiempo conocía que en Canadá se realizaba la Quinsaine Sépharade, la quincena sefardí, todos los años y todavía sigue realizándose.
Basados en eso, se propuso que hiciéramos nuestra semana sefardí y así fue. De esta actividad se ha transmitido la costumbre de hacerla a otras comunidades del continente y debo decir, con satisfacción aunque con un poco de envidia, pero en honor a la verdad, que la comunidad de Chile nos aventaja en número de las ya celebradas. No sé si los podremos alcanzar, yo creo que ya no es posible, pero no importa. Seguiremos en esta lucha y en esta tarea.
Un compromiso que tenemos
No quiero dejar de mencionar algo muy importante: nosotros debemos, en mi modesta opinión, seguir en esta línea de apoyo a la cultura sefardí en todo el continente, en todo el mundo judío, y no debemos dejarlo caer porque es un compromiso que tenemos con nosotros mismos, con nuestro pasado, con nuestros ancestros, con nuestra historia y, además, es un elemento que contribuye con nuestra identidad y nuestra identificación con valores supremos que tienen que ver con nuestro futuro. Mi amigo Mario Eduardo Cohén me envió una ponencia, y con esto termino, entre tantas labores que él realiza, como mi amigo Alberto Osorio, gran investigador, un filósofo prestado a la historia –¡imagínense qué historia escribe un filósofo, un amigo de la sabiduría, es una historia muy sabia la que él cumple!–. Yo acompañé a Mario Eduardo Cohén y a Pepe Menasce, ex presidente de FESELA y del CIDICSEF, y a Alberto Levy de México, que para entonces era presidente de FESELA, a una visita que hicimos al doctor Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras [equivalente a la Academia Venezolana de la Lengua].
En esa reunión le propusimos al doctor Pedro Luis Barcia, que iba a asistir en Madrid a un congreso de academias de la lengua española, le propusimos que transmitiera el deseo nuestro, de los representantes de FESELA y de las comunidades sefardíes, que el judeoespañol y la jaquetía se integraran al Diccionario de la Real Academia Española como lenguas de raíz hispánica. Él lo acogió favorablemente –no sé qué hizo y ahora tampoco lo sé–; pero, le pareció muy buena idea y en esa onda, mi amigo Mario elaboró una ponencia que lamentablemente no se pudo presentar, porque la tragedia que afectó en estos días a Chile, lugar donde se iba a realizar ese congreso de las academias de la lengua, se anuló; pero, sí se realizó el congreso de forma virtual, y en internet están todas las ponencias, incluyendo la de Mario. Quizás sea una misión nueva que también nos corresponde seguir ahondando, insistiendo en que se reconozcan las judeolenguas como idiomas de raíz hispánica y como tal sean tratadas y consideradas e incluidas en el DRAE. Que Di-os nos dé fuerzas y larga vida para seguir en esta sagrada labor, todos unidos.
Amén.