JUAN MUÑOZ: el primer converso quemado en América, Por Elías Barrocas Levy

Por Elías Barrocas Levy

Especial para Maguén – Escudo

Aunque es apenas conocido, desde el primer viaje de Cristóbal Colón en 1492 y que condujo al encuentro de las culturas europeas con las indígenas del Nuevo Mundo, la presencia de la Iglesia fue evidente. En ese primer viaje participó el fraile Pérez de Marchena, de origen converso, y amigo y consultor del Almirante.

En el segundo viaje colombino de 1493, no solamente participó un nutrido número de conversos, sino que entre ellos vino el fraile benedictino Bernardo Buyl, por orden expresa de la reina Isabel. Este fraile llegó a La Española investido con el cargo de vicario apostólico de Roma en las Indias. Es decir que la presencia de la Iglesia es patente en las Indias aun antes de la conquista de las mismas.

En 1493 se decreta también la prohibición de inmigrar a las Indias a los «cristianos nuevos», especialmente a aquellos que hubiesen sido condenados por la Inquisición y a sus descendientes. La discriminación contra los conversos deja de ser una de tipo religioso y se transforma en racial cuando se exige la presentación de los llamados «estatutos de limpieza de sangre», los cuales debían certificar al inmigrante como proveniente de cuatro generaciones de «cristianos viejos», tanto por línea paterna como materna.

Fue el propio fraile Buyl el primero en pedir a las autoridades de España que se estableciesen los mecanismos de la Inquisición tal como existían en la Metrópolis. Desde 1508, los prelados de La Española pedían a los organismos eclesiásticos a que se expulsase de la isla a los «cristianos nuevos». Sin embargo, como la población de colonos era aún pequeña y faltaban los recursos financieros para sustentar a funcionarios del Santo Oficio, el inquisidor general Tomás de Torquemada optó por el establecimiento del viejo sistema medieval, mediante el cual cada obispo o autoridad eclesiástica procedía a actuar en las «causas de fe» que se hallasen en sus comarcas y territorios. Esta fue la primera forma de Inquisición implantada en América y es conocida como «apostólica» y su período de duración es hasta 1580 en que se fundaron los primeros tribunales del Santo Oficio, primero en Lima (1570) y después en la Nueva España (1571), seguido por el que se estableció en Cartagena de Indias (1610).

Después de 1510-1511, tras la conquista de Jamaica, Puerto Rico y Fernandina (Cuba); el inquisidor general de España, Alonso Manrique, nombró en 1519 a Alonso Manso, con sede en Puerto Rico, y a Pedro de Córdoba, con sede en La Española, como inquisidores apostólicos, los que ya venían actuando como teles en las islas del Caribe.

Las actuaciones de los obispos-inquisidores son bastante escasas; pero, ello no implica que fuesen inexistentes y se cree que la mayor parte de su actividad era enviar a los conversos de vuelta a la Metrópolis, específicamente a Sevilla, tras ser apresados en dichos territorios; la mayoría de ellos eran conversos que se encontraban viviendo ilegalmente en las Indias.

Hasta ahora, la mayoría de los historiadores especialistas en asuntos coloniales, señalan que el primer mártir judío de América fue el escribano Alonso de Escalante, natural de Jaén y que se había establecido en Verapaz, La Española, en 1514, y que en 1516 se trasladó a Bayamo (Cuba), donde ejerció como escribano público y más tarde ocupó el cargo de fundidor de oro en la ciudad de Santiago de Cuba, por aquel entonces capital de la isla. Escalante fue detenido en 1517 por órdenes del obispo Alonso Manso y enviado a Sevilla donde fue procesado como hereje y condenado a ser «relaxado» (quemado) por el brazo secular de dicha ciudad en el auto de fe de 1523.

Sin embargo, existe un documento fechado en octubre de 1518 y al parecer poco conocido por los historiadores, y es una carta enviada a Gonzalo de Guzmán (más tarde gobernador de Cuba) en la que se le otorgan la cantidad de doscientos pesos de los bienes que pertenecieron a un «yndio español» llamado «JuMuñ» (Juan Muñoz) y que «fue quemado en esa isla» (Cuba) hacia ocho meses más o menos. La mayoría de los historiadores tomaron el dato literalmente sin percatarse que el quemado es descrito más adelante claramente como «yudio» (la forma como se escribía judío en aquella época).

La realidad es que pocos conocen que los escribanos con total maldad e intención escribían en los primeros años de la conquista indistintamente las palabras «yndio» y «yudio», cambiando la «u» por la «n», con la finalidad de justificar que los nativos de América eran descendientes de las tribus perdidas de Israel y que la «maldad» de los mismos era por dicha causa, lo cual justificaría su esclavización.

No cabe duda de que tanto Escalante como Muñoz fueron aprendidos en 1517, con la diferencia de que el primero fue quemado en Sevilla cinco años más tarde; mientras que el segundo lo fue en Cuba a principios de ese año.

Aunque desconocemos la razón específica de la acusación de «herejía» por la que fue condenado Muñoz, es indiscutidamente el primer mártir judío conocido del continente americano.