En su carácter de presidenta del Centro de Estudios Sefardíes de Caracas, la doctora Míriam Harrar de Bierman abrió la Semana Sefardí con un discurso en el que invoca a Levinás para hacernos entender que la selección del tema de la Inquisición no es por un mero ejercicio de la memoria, sino para honrar a los mártires y hacernos entender el valor que tuvieron frente al poder omnímodo del Estado y la Iglesia.
En primer lugar, quisiera agradecer a la junta directiva de la Asociación Israelita de Venezuela, al ingeniero David Benzaquén y su equipo, su apoyo y confianza en el Centro de Estudios Sefardíes de Caracas , el cual presido. En segundo lugar, a las organizaciones hermanas del CESC, todas brazos culturales de la AIV, como son el Museo Sefardí de Caracas Morris E. Curiel, los Amigos de la Cultura Sefardí y a todos sus integrantes, y por último, a todos mis compañeros de junta, los cuales deben sentirse hoy contentos y orgullosos de estar aquí: frente a condiciones adversas, logramos efectuar esta semana; llegar a este día que esperemos sea el comienzo de una semana agradable, de nivel y de provecho para todos.
No puedo dejar de mencionar a instituciones y personas que colaboraron hombro con hombro con nosotros, tanto económicamente como con la difusión de la semana: la Asociación Cultural Humboldt, la Universidad Católica Andrés Bello, el Centro Social, Cultural y Deportivo Hebraica, a todos ellos muchas gracias. Por último, esta vez sí, nuestro gradecimiento al personal administrativo de la Asociación Israelita de Venezuela, en especial a nuestra secretaria Yulaska Piñate, dispuesta siempre a todo; a la señora Solven Astudillo, a Diana Ponte, a Abel Flores, por la difusión de la semana por la página web de la CAIV y a Miguel Peña Samuel por esa simpática presentación que hemos disfrutado.
Quisiera a continuación compartir con ustedes unas pequeñas reflexiones sobre el contenido de la semana que hemos titulado «De la América colonial a la Independencia: la presencia judía». El día de hoy comenzamos la semana con un merecido reconocimiento a la revista Maguén – Escudo y a su fundador y director por más de treinta años, nuestro querido Moisés Garzón, reconocimiento por parte del Centro de Investigaciones y Difusión de la Cultura Sefardí (CIDICSEF), con sede en Buenos Aires, que hoy preside Mario Eduardo Cohén, al cual damos la más cordial bienvenida a nuestro país al igual que a su señora esposa.
Damos igualmente la bienvenida a nuestro amigo el doctor Alberto Osorio Osorio, de Panamá, amigo entrañable de esta casa. El reconocimiento a la revista Maguén –Escudo es por los 150 números de ella. Una hazaña sin parangón en el mundo cultural judío.
Es un honor estar aquí presente en este evento y seguramente me hago eco de todos ustedes, al darle las gracias y desearle a Moisés ad meá veesrim, hasta ciento veinte con salud y alegría para beneficio de nuestra comunidad sefardí venezolana.
El tema central de esta semana es la Inquisición y sus secuelas. La expulsión de los judíos de España y las consecuencias de este hecho. La Inquisición es una capítulo de nuestra historia no cerrado. Apenas en 1998 abre el Vaticano sus archivos, gracias al esfuerzo del papa Juan Pablo II, que en paz descanse, empeñado en admitir la responsabilidad de la iglesia católica en mostrar, y cito sus palabras, «las heridas de la memoria». «Los métodos de intolerancia y violencia de la Iglesia aplicado contra de seres humanos inocentes ». Dice Juan Pablo II en 1997:
«La verdad solo se impone por la fuerza de la misma verdad, que penetra suavemente y fuertemente en las almas». Hay que recordar entonces esta memoria, la memoria de los vencidos por la historia, darles la palabra a los que ya no pueden hablar.
La memoria Dice el filósofo Reyes Mate, siguiendo el pensamiento de Walter Benjamín: «Hay que desligar la memoria de su gesto sentimental y tradicional, y tomarla como una categoría
interpretativa capaz de leer lo que no se ha escrito: El lado oculto que escapa a la memoria del historiador». Henos aquí, entonces, venezolanos del siglo XXI empeñados en rescatar una memoria con un deseo de pagar nuestra deuda con los muertos, de poner este pasado a disposición de nosotros los vivos, de nuestra conciencia o de nuestro sentimentalismo; pero, esto pareciera no ser suficiente. Esta es la memoria vana que expresa lúcidamente el filósofo francés Ariel Finkielkraut.
La memoria ha triunfado sobre el olvido, pero requiere un paso más: requiere que se transforme en un recuerdo activo que nos permita combatir con él la impotencia, que después de tantos años, nos causan los crímenes cometidos.
Es nuestra responsabilidad entonces, y en este sentido quisiera exhortarlos a seguir el pensamiento del filósofo Emanuel Levinás, zijronó livrajá, que nos acerquemos a lo que expongan nuestros distinguidos oradores, no sólo con el afán de conocimiento, con el deseo del cógito, sino con un sentido ético de constituirnos como humano a través de la mirada a las palabras atroces de las injusticias cometidas.
Al escuchar de la barbarie de la Inquisición tratemos de ubicarnos en el papel de la víctima inocente, cuya alteridad infinita nos constituye. Desearía que en los discursos de nuestros oradores pudiéramos reconocernos.
Quería más decir que dicho, pues como afirma Levinás, el decir responde al momento ético, a la demanda del otro hacia nosotros, anterior al lenguaje y a los signos de lo dicho, es relación más que develación. Quisiera señalar con admiración los excelentes trabajos en el orden cronológico que serán puestos en esta semana de los doctores Mario Eduardo Cohén, Anita Novinsky, quien no pudo asistir por razones personales; pero, envió su película La estrella oculta del Sertón donde hay mucho de su investigación, Alberto Osorio y Pedro Vicente Sosa Llanos. La inquisición, los aspectos judíos, los judaizantes en toda la América colonial, y con detalle en Panamá, Brasil y Venezuela serán analizados por nuestros oradores.
Muchas de las charlas son novedosas para aún los que conozcamos los temas. ¿Cuántos de nosotros sabíamos de los estragos de la Inquisición en Venezuela? Personalmente, lo desconocía por completo y agradezco al doctor Pedro Vicente Sosa Llanos que me permita acercarme al tema de la manera ética levinasiana. Pero, como todo no debe ser pesar y sufrimiento, y la vida es compensatoria, aun en los hechos tan terribles como lo fueron la Inquisición y la expulsión de los judíos de España, surgieron movimientos positivos, movimientos libertarios que con la llegada de los judíos al continente americano lo permearon de ideas renovadoras.
Afirma nuestro amigo Jacob Carciente que ya en 1610 había presencia judía en Venezuela, probablemente navegantes con las noticias y portavoces de las nuevas ideas. Yo quisiera acotar en este sentido y mencionar a un judío insigne, Baruj Spinoza, nacido en Ámsterdam en 1632, de ascendencia española y que llegó a Holanda vía Portugal, y que con su pensamiento filosófico ya separa la noción de Iglesia de Estado, aboga por la libertad individual y por la democracia.