UN ALMA INDIA que anhela a Sion

Rami Tal

INDIA – «Desde muy pequeño sé que mi familia es de benei Menashé y que somos diferentes a nuestros vecinos, pero no sabía exactamente en qué», dice Harel Kingbol. «Cuando tenía nueve años, mi padre me llevó al hospital y me hicieron la circuncisión. De alguna forma mis amigos se enteraron de esto. Querían ver lo que me hicieron y se burlaron de mí. Volví a casa llorando. Mi madre y mi padre me dijeron que no llorara, que éramos diferentes, que éramos judíos y debíamos enfrentarnos a este tipo de problemas. Esa fue la primera vez que tomé conciencia de mi judaísmo», asevera.

Kingbol, ahora de 25 años de edad, parece mucho más joven de lo que es. Sus tzitzit (filacterias) caen visiblemente de sus pantalones y usa una kipá tejida en su cabeza. Está casado con Hodayá y tiene una niña de dos años llamada Rajel. Viven en un departamento en el Centro de Shavei Israel en la ciudad de Aizawl, capital del Estado de Mizoram en la India, la cual se encuentra entre Bangladés y Birmania.

Como miembros de los benei Menashé, Harel y Hodayá pertenecen a una comunidad de aproximadamente 7 mil 200 personas las cuales se identifican con el judaísmo y el Estado de Israel, observan los mandamientos de la Torá y desean mudarse a Tierra Santa. Todos se presentan con nombres judíos. Esta joven pareja ve como temporal su residencia en el centro de Shavei Israel en Aizawl, hasta que se vayan a Israel; una mudanza que ha sido retrasada durante años, pero que por lo visto la esperanza se ha renovado últimamente.

La familia Kingbol pertenece a la tribu mizo, la cual vive en Mizoram, la tierra de esta etnia. Del millón de personas que viven en Mizoram, solo mil o mil 500 personas se consideran benei Menashé. El resto son cristianos. La mayoría de los benei Menashé –cerca de 5 mil personas– pertenecen a la tribu kuki, la cual reside en el estado adyacente de Manipur. Aproximadamente unos 250 benei Menashé viven en Nagalandia y un número similar en Birmania. Los benei Menashé insisten, basándose en sus antiguas tradiciones las cuales han sido transmitidas de generación en generación, que son descendientes de la tribu de Manasés, una de las diez del reino de Israel. En el año 722 a.e.c, el imperio asirio capturó parte de la tierra de Israel y envió a las diez tribus al exilio.

Una tienda llamada Shalom
El padre de Harel Kingbol enseñó a sus cuatro hijos el alfabeto hebreo, en su casa había una Biblia en la lengua mizo, y los padres junto con los niños la leían en cada oportunidad posible. Sin embargo, Kingbol estudió en un colegio cristiano, junto con la mayoría de los alumnos de Mizoram.

«Los domingos, todos mis amigos iban a un colegio católico a estudiar religión. Yo no iba, y cuando el profesor preguntó por qué, le contesté que éramos judíos y que no queríamos aprender sobre una religión diferente», explica.

«Yo creo que la mayoría de las personas de Mizo son descendientes de Manasés, pero prefieren permanecer como cristianos», dice Kingbol y añade: «Solo nuestro pequeño grupo judío desea retornar a Jerusalén. Sin embargo, todas las personas de Mizo sienten una fuerte conexión con Israel. Siempre que ese país estuvo en guerra, con el Líbano, con Hamás, la gente de Mizo los apoyó», dice. Caminando por Aizawl, noté que hay una calle denominada Sion, y las tiendas tienen nombres tales como Shalom o Israel.

Kingbol soñó con mudarse a Tierra Santa desde que tiene uso de la memoria. «De niños, nos sentábamos en un banco, en una larga fila, y el primero hacía un ruido como el de una turbina de un avión y gritábamos: «Hasta luego, nos vemos en Israel», recuerda.

Kingbol se destacó como futbolista y jugó en un equipo profesional en Calcuta, el cual pertenece a la segunda liga india; pero, dejó el equipo porque siendo jugador profesional no podía respetar el Shabat. Desde el 2007 ha estado estudiando hebreo y judaísmo en el centro de Shavei Israel en Aizawl, donde es responsable del sistema de computación. La mayoría de su familia ya se encuentra en Israel. Su hermana mayor, Hilá, se mudó allí en el año 2000 y se casó con un inmigrante de Rusia. Su hermano, Aviv, se enroló en la unidad de combate Golani en el ejército israelí, completó el entrenamiento básico y fue asesinado en un accidente de armas hace dos años.

Edmond Kingbol (52), su padre, dijo que su atracción por el judaísmo comenzó en 1988 y desde ese entonces ha estado observando los mandamientos y rezando todos los días. «Cuando mi hijo fue asesinado, fuimos a su funeral en Israel y el año pasado fuimos nuevamente, para el memorial del primer año». Como padres de un fallecido en un accidente armamentista, tenemos el derecho de quedarnos en Israel, pero nosotros queremos llegar como nuevos inmigrantes, basados en la ley del Retorno. Sin embargo, el gobierno requiere que hagamos conversión. Lo comprendemos. Después de todo, han pasado 2 mil 700 años desde que nuestros ancestros fueron exiliados, fuimos desconectados de la nación judía y para que podamos retornar y ser judíos en todo aspecto debemos convertirnos».

No obstante, comenta: «El proceso de conversión en Israel es difícil. Por lo que hemos vuelto a la India. Deseamos retornar luego de que todo estos temas estén arreglados».

Los ojos de Edmond se llenan de lágrimas y su voz tiende a quebrarse cuando me dice: «A veces quiere llorar de añoranza por la tierra de Israel. Cuando leo los salmos, lloro leyendo el capítulo 136». Luego lo cita en hebreo, «En los ríos de Babilonia, allí nos sentamos, también lloramos, recordando a Sion».

«Quiero enviarle un mensaje a todo el pueblo de Israel mediante usted», me dice su hijo Harel. «Yo sé que hay gente allí que piensa que queremos mudarnos a Israel para mejorar nuestra economía. Sí, en relación a Israel somos pobres, pero créanme, no es eso lo que nos guía. Queremos vivir como judíos, junto con nuestro pueblo, en nuestra tierra, la de Israel. Somos personas diligentes y sabemos cómo trabajar. Cuando lleguemos a Israel trabajaremos duro, progresaremos y no seremos diferentes al resto de los israelíes».

Todos los benei Menashé en la India esperan que no pase mucho tiempo hasta que puedan mudarse al Estado judío. Azriel Hamar (44), casado con Maayán y padre de dos, trabajó en un cargo muy alto en el sistema educativo de Mizoram y luego abrió una exitosa compañía de recursos humanos. La vendió hace cuatro años debido a que creyó que se mudaba a Israel. Su salón está prácticamente vacío, pues incluso vendió sus muebles. «Sé que están realizando grandes esfuerzos para renovar la aliá (…) Hay grandes rumores de que se ha dado un gran paso y espero profundamente que esta vez no nos decepcionen».

¿Son judíos?
Los historiadores y antropólogos que han investigado el tema de los benei Menashé, tienen diversas opiniones. Hay quienes dicen que el argumento de que son descendientes de la tribu de Manasés no tiene base. De acuerdo con su versión, unos misioneros cristianos llegaron al noreste de la India y Birmania en la segunda mitad del siglo XIX y lograron convertir a la población. Dicen que la religión local era el animismo (la cual atribuye un alma y un espíritu a todo ser viviente e incluso a cosas no vivientes tales como montañas, rocas).

De acuerdo con esta teoría, fue de la educación cristiana, y más que nada de la lectura de la Biblia, que surgió el deseo de pertenecer al pueblo judío. Aparentemente, tomaron mitos antiguos donde aparecía el nombre Menasia y se autoconvencieron de que ellos eran descendientes de Manasés, el hijo del bíblico José.

La opinión contraria de otros investigadores se refiere seriamente a las afirmaciones de los benei Menashé. La destrucción del reinado de Israel y el exilio de las diez tribus son hechos históricos que no pueden ser discutidos, y son apoyados no solo por la Biblia, sino también por documentos antiguos arameos y asirios. El segundo Libro de los Reyes relata que las diez tribus, incluyendo a la de Manasés, fueron exiliadas a Halach, Gozen, Habor y Medi; áreas que suelen ser identificadas en el este de Iraq, Irán y Afganistán de hoy en día.

De allí, de acuerdo con la tradición de los benei Menashé, sus ancestros continuaron hacia el este, hasta que llegaron a la China y luego hacia la India. Se llamaban a sí mismos los «benei Menasía».

Además, se encuentran las tradiciones y costumbres que pasaron de generación en generación, incluyendo la canción que los benei Menashé cantaban durante la festividad de la primavera, donde mencionan motivos del éxodo de Egipto: la partición del mar, la columna de fuego y la nube de gloria y el maná que caía del cielo. Todo esto, cuando hablamos de personas que viven a más de cientos de millas del mar.

Luego de la fundación del Estado de Israel en 1948, el movimiento de retorno al judaísmo obtuvo su moméntum y sus seguidores comenzaron a intensificar su nivel de observancia del judaísmo. Algunos de ellos le escribieron cartas a los funcionarios israelíes para ser reconocidos como descendientes de las diez tribus y para ser traídos a Israel. Hasta 1997 no recibieron ninguna respuesta, quizás porque la carta parecía extraña, o porque el gobierno de Israel no quería tener complicaciones con el gobierno de la India.

En 1989, los primeros de los benei Menashé comenzaron a llegar a Israel. Subsecuentemente, empezaron a arribar en grupos. Desde 1989 a 2007, cerca de mil 700 benei Menashé se mudaron al Estado judío. Todos ellos pasaron la conversión formal y fueron reconocidos como nuevos inmigrantes. Su absorción fue considerada exitosa. La mayor concentración de benei Menashé se encuentra en Kiriat Arba, Jerusalén, Maalot y Sderot. En el 2007, la aliá fue detenida por razones políticas.

Muchos de los benei Menashé son jóvenes y cuentan con educación formal. El nivel de educación en la India es muy alto; entre otras razones, porque el sistema educativo fue establecido por los misioneros. El inglés es un campo requerido en el sistema educativo y muchos de los benei Menashé tienen un excelente dominio del idioma.

La celebración del Día de la Independencia
Si alguien en Israel, duda de la dedicación de los benei Menashé al judaísmo y al Estado de Israel, deberían haber estado presentes en la reciente celebración del día de la Independencia, la cual tuvo lugar en el centro de Shavei Israel en Churachandpur, en el estado de Manipur.

Más de dos mil personas vinieron, principalmente de Manipur, junto con algunas personas de Nagalandia, e incluso algunos del lejano estado de Assam. Llegaron en autobús (algunos sentados en el techo), en camiones, en autos privados, en motocicletas y en bicicletas. Más de doscientas personas que viven lejos del centro se aseguraron de llegar el viernes anterior para no profanar el Shabat.

La noche del viernes, realizaron un conmovedor servicio de Shabat, entonando canciones tradicionales y golpeando la mesa con deleite, como los jasídicos. El sábado por la mañana, rezaron y leyeron la porción semanal de la Torá, la cual sacaron del Arón Hakódesh (el arca sagrada), con mucha alegría. Naturalmente, el arca fue puesta en el lado izquierdo de la sinagoga, mirando hacia Jerusalén.

En la ceremonia del día de la Independencia, cerca de quinietas personas de los presentes lograron ingresar al salón en Churachandpur, el resto se quedó afuera observando y oyendo la ceremonia por cámaras de televisión y altoparlantes.

Tzví Khaute, uno de los benei Menashé que realizó aliá y ahora trabaja como profesor y coordinador para Shavei Israel, sirvió de traductor. Cientos vinieron vestidos con la colorida vestimenta de la nación kuki. La mayoría de los niños y los jóvenes estaban vestidos de azul con remeras blancas con un maguén david bordado, y muchos flameaban con pasión pequeñas banderas de Israel.

La ceremonia comenzó con la elevación de la bandera de Israel y la recitación del himno nacional Hatikva, el cual cantaron en un perfecto hebreo. Dos mujeres recitaron capítulos de los salmos. El grupo Hertzlia de Manipur presentó una rítmica y conmovedora danza, con líricas tales como «los hijos de Israel cruzan el mar Rojo”». Otro grupo realizó una increíble presentación de la canción hebrea «Nuestro padre aún vive» (od Avinu jai).

El orador principal fue Michael Freund, el fundador y director de Shavei Israel. Freund ha transformado el objetivo de traer a los benei Menashé a Israel en el trabajo de su vida. Freund (43), el cual fue saludado con abrazos y besos por los miembros de la comunidad, es nativo de Nueva York y se mudó a Israel en 1995. Estableció Shavei Israel en el 2001 y sirve como el director de la organización en forma voluntaria, sin salario.

En su discurso, Freund informó a los presentes que todos los obstáculos que estaban retrasando la aliá habían sido removidos. Sus palabras fueron recibidas con mucho entusiasmo y aplausos. Muchos en la audiencia se abrazaron y besaron con lágrimas en los ojos. «Tengo la muy buena sensación de que con la ayuda de Hashem, pronto seremos bendecidos y podremos ver al primer avión llevando un grupo de inmigrantes benei Menashé aterrizar en el aeropuerto de Ben Gurión», dijo Freund.
El romance entre los benei Menashé y él comenzó cuando trabajaba en el departamento de Comunicación en la Oficina del Primer Ministro. Un día, llegó una carta para «Su excelencia Sr. Benjamín Nethanyahu, Primer Ministro de nuestro amado Estado de Israel». Dentro de ella estaba escrito: «Nosotros, los benei Menashé hemos vagado por cientos y miles de años en la diáspora, muy lejos de la tierra de nuestros patriarcas. Nuestros ancestros nos enseñaron que somos nativos de Sion y que llegará el día en que retornaremos a él. Ellos cultivaron este sueño y lo transmitieron de padre a hijo. Este es nuestro sagrado legado. Nos referimos a usted, como líder de la nación israelí, de responder a nuestro pedido y permitirnos realizar el viaje de regreso a Jerusalén».

La carta finalizaba con un pedido conmovedor: «Eres nuestro hermano mayor, el hijo de la tribu de Yehudá. Ha llegado el momento de retornar y reunirnos. A pesar de la separación forzada, no te hemos olvidado. Por favor no nos olvides».

«La primera vez que leí la carta pensé que era extraña –explica Freund– después de todo, ¿quién ha oído sobre una tribu perdida de Israel en la India? Pero, había algo en la carta que me intrigaba. Algo genuino que me tocó el corazón». Luego de unos momentos, Freund tomó un pedazo de papel con el logo oficial de la oficina del Primer Ministro y escribió una rápida respuesta en nombre del primer ministro, agradeciéndole a la comunidad por la carta, pidiendo información adicional sobre su historia, costumbres y deseándoles un feliz Pésaj.

Este año en Jerusalén
Lo que Freund no sabía en ese entonces era que los líderes de la comunidad le han estado escribiendo al primer ministro de Israel por lo menos desde el gobierno de Golda Meir, y seguramente también en los días de Ben Gurión. Pero, durante décadas, nadie les había respondido. Por lo tanto, la carta de Freund fue recibida con gran alegría y sorpresa por los benei Menashé. Finalmente, después de tantos años, alguien del gobierno les había respondido. «Pero, ellos no sabían de la poca autoridad que de hecho tenía», comenta Freund con una sonrisa

La carta empujó a Freund a crear Shavei Israel. Hasta el día de hoy, los benei Menashé continúan siendo el foco central de las actividades de la organización, pero, a lo largo del tiempo, la organización ha expandido sus actividades a otros descendientes de judíos a lo largo del mundo –desde Polonia a la China– los cuales desean fortalecer su conexión con el judaísmo.

«Permítame dejarle algo absolutamente claro: no somos una organización misionera que intenta ponerle una kipá en la cabeza a una persona con ancestros judíos (…) Nosotros simplemente queremos ayudar a aquellos que han redescubierto sus raíces a crear una conexión cultural o nacional, o espiritual con el pueblo judío. Si deciden reunirse formalmente al pueblo, entonces por supuesto que los ayudaremos a hacerlo. Pero, la agenda es mucho más amplia que la conversión y la aliá. Algunos descendientes de judíos elegirán convertirse; pero, otros estarán contentos solamente de desarrollar una cierta conexión con Israel y el pueblo».

El compromiso apasionado de Freund por estos está claro. «Creo que los benei Menashé son una bendición para Israel y el pueblo judío (…) Son personas talentosas y fabulosas – con una infusión de fe y sionismo comprometido que de alguna manera lograron mantener su identidad en el exilio. Su nostalgia y añoranza por Sion nunca ha cesado, y ahora nos están contactando para poder regresar y reunirse al pueblo judío. Nosotros debemos aceptarlos con los brazos abiertos y traerlos a Jerusalén. Esto lo haremos», afirma.

Luego de hacer una pausa, Freund me mira a los ojos y me dice: «He dedicado mi vida a asistir a los benei Menashé porque los veo como parte de la extensa familia judía. Se merecen completar el sueño del retorno y no descansaré hasta que esto ocurra».

En la celebración del Día de la Independencia en Churachandpur, los benei Menashé hablaron sobre su profundo sentimiento de identificación con el pueblo judío y con el judaísmo, su gran amor por Israel y su esperanza de mudarse allí lo antes posible.

«Es común que los judíos proclamen “el próximo año en Jerusalén”», dijo uno de los oradores. «Pero, nosotros, los benei Menashé decimos, “este año en Jerusalén”».

Yediot Ahronot / http://www.shavei.org