Es un honor y una gran responsabilidad para mí y para mis compañeros de junta directiva, star representando a nuestra querida Asociación Israelita de Venezuela, justamente en el período de celebración de sus 80 años de fundada.
Un honor, porque sentimos un gran orgullo de pertenecer a esta institución que ha representado dignamente a su comunidad y le ha prestado todos los servicios, para que nuestros miembros vivan una vida judía plena.
Una gran responsabilidad, porque sentimos que estamos avanzando con un testigo que a lo largo de todo este tiempo ha ido pasando de la mano de ilustres miembros de nuestra kehilá; extraordinarias personas que dejaron huellas imborrables es su paso por la presidencia y por sus juntas directivas.
¡Hoy es justicia recordarlos, reconocerles y agradecerles el gran legado, que nos han dejado: una institución que es ejemplo de organización comunitaria a nivel mundial! Por eso, nuestra responsabilidad para preservarla en el tiempo y en las generaciones por venir.
El papel desempeñado por los rabinos que han estado al frente de los servicios religiosos de esta institución ha sido fundamental, en el forjamiento de la misma y, por consiguiente, de la comunidad; es por ello que hoy los recordamos con mucho cariño y respeto.
Mención especial quiero hacer del rabino Isaac Cohén, quien durante más de treinta años ha estado al frente de la orientación espiritual del káhal, y a quien aprovecho la oportunidad para felicitar por haber finalizado exitosamente una nueva etapa de sus estudios, en Israel. Con toda seguridad redundará en beneficio de toda la comunidad.
El 3 de Tamuz de 5690, un grupo de correligionarios se reunieron para constituir una ociedad cuyo principal objetivo era el de fundar una sinagoga en la ciudad de Caracas: Isaac L. enzecri, Jacob Pariente, Isaac R. Benarroch, León J. Taurel, José Carciente, León J. Roffé, J.M. Benarroch, Samuel Benaím, Moisés Essayag, J.M. Coriat y León J. Attías fueron aquellos visionarios que tuvieron la iniciativa de constituir un centro que nos agrupara como judíos sefardíes en el marco de una institución de carácter religioso.
Sin duda alguna, esta sociedad cumplió su objetivo; vivió años de desarrollo y crecimiento, gracias al esfuerzo y dedicación de muchas personas. Hoy contamos con una comunidad integral que presta todos los servicios: religiosos, educativos, asistenciales, culturales y sociales, por medio de sí misma y de sus instituciones dependientes como son el colegio Moral y Luces Herzl Bialik, Hebraica Centro Social Cultural y Deportivo, el semanario Nuevo Mundo Israelita, el Museo Sefardí Moris E Curiel, el Centro Médico Yolanda Katz, el Beit Avot, Tzedaká Baséter, Majar, el Centro de Estudios Sefardíes de Caracas, entre otras.
¡Somos y seguiremos siendo una comunidad identificadamente sionista! Creemos y fendemos el derecho que tiene todo individuo judío de retornar a su patria histórica. Somos espetuosos y solidarios de las actuaciones del Estado de Israel; no cuestionamos ni criticamos sus cciones, porque conocemos la moral y la ética que prevalecen en el pueblo judío y sabemos que todas sus acciones van dirigidas a la preservación de su legítima existencia, ¡la más amenazada del planeta! Esto lo demuestran más de 3 mil 300 años de historia, que no ebemos olvidar, y que por el contrario, es nuestro deber transmitir a nuestros hijos y nietos, pues a ellos les tocará defender estos principios en un mundo tan amenazado por la pérdida de valores y las luchas políticas en el marco de grandes crisis económicas.
Hoy no tenemos embajador de Israel en Venezuela; pero, tenemos a Israel en el corazón
de todos nosotros y eso sí que nunca nos lo podrán quitar. Eso no se expulsa por decreto.
¡Di-os bendiga a Israel! La AIV ha sido testigo de innumerables hechos históricos rascendentales para la historia de la humanidad y de algunos que la han tocado directamente y que en cierta forma han marcado su actuación y su desarrollo: la Segunda Guerra Mundial, la Shoá, la creación del Estado de Israel, la guerra de los Seis Días, la de Yom Kipur, la lucha por los judíos de Rusia, dictaduras, golpes de Estado y revueltas sociales, son algunos de ellos.
A esta historia, de la cual la AIV es testigo, la precede otra que sin lugar a duda fue la que
le dio origen, la que generó la necesidad de su creación, por ello tendríamos que emontarnos a la llegada de los primero judíos a estas tierras suramericanas.
Remontémonos, al año de 1492, al decreto de la Alhambra o edicto de Granada, que ictamina la expulsión de los judíos de España, la coincidencia de esta fecha con la salida de Cristóbal Colón en su viaje al descubrimiento de América, ha servido para que algunos historiadores
especulen acerca de la posible condición de judío de Colón y de algunos miembros de su tripulación.
El profesor Jacob Carciente, en su libro La comunidad judía de Venezuela, menciona el registro, en el año 1.624-25 de los dos primeros judíos sometidos a juicio por la Inquisición en el tribunal del Santo Oficio en Cartagena de Indias, con jurisdicción en las provincias venezolanas.
Continuando con la misma referencia, en el año de 1710, hace aproximadamente 300
años, Samuel Hebreo asume la jefatura de una pequeña colonia, constituida por 17 casas y
una sinagoga pública. Años mas tarde, se tiene registros de judíos que ayudaron participaron
en el ejército del Libertador, Simón Bolívar .
En el año 1833, un grupo de personas forman un comité para la construcción de un ementerio en Caracas. El profesor Mario Nassí, en un trabajo de investigación, da cuenta de una donación para un séfer Torá, que en 1894, hiciera don Jacobo Pariente, trece años después en 1907, se convoca a una asamblea en una casa situada entre Jesuitas y Tienda Honda, donde se funda la Sociedad Benéfica Israelita, que solo duro dos años. Al respecto, Moisés Sananes (ZL) dijo: «Llenó un vacío y sentó un precedente futurista para que entonces en 1919 una comunidad más numerosa funde la Sociedad Israelita de Venezuela, hoy nuestra Asociación Israelita de Venezuela», asociación que se nutrió de miembros
que llegaron en varias olas migratorias, de diferentes partes el mundo.
Uno de los hechos más relevantes de estos primeros ochenta años es el haber recorrido
los últimos sesenta en compañía de la comunidad hermana, la Unión Israelita de Caracas,
sesenta años que nos conduce, con respeto, entendimiento y unión, a decir con orgullo
que somos ¡una sola comunidad! No son solo palabras; esto se ha demostrado
con hechos y para muestra de ellos están todas las instituciones que conjuntamente creamos
o que fueron fundadas por alguna de las dos instituciones y que luego se incorporaron a la
sociedad que ambas kehilot representamos.
La nueva realidad demográfica de la comunidad impone nuevos e importantes pasos que
debemos dar; nuestro objetivo actual: su redimensionamiento, como factor indispensable
para la sustentabilidad de nuestra vida como judíos en Venezuela. Para ello la dirigencia comunitaria lleva años de trabajo orientado en este sentido, tomando en cuenta el más mínimo detalle para el logro de esta tarea que es la misión que nos toca cumplir.
La concienciación de la dirigencia comunitaria, del káhal y el deber ser cuidadosos en
preservar la esencia de nuestras instituciones, son los procesos por los que estamos transitando.
No es tarea fácil; pero, es mi opinión que lo estamos asumiendo con responsabilidad
y compromiso. El apoyo, la unión y la comunicación entre la Asociación Israelita de Venezuela y las instituciones afiliadas son fundamentales. No debemos olvidar que como inmigrantes
hemos encontrado y realizado una vida plena como judíos en este maravilloso país que nos abrió las puertas y nos acogió como ciudadanos libres, con deberes y derechos en su
suelo. Por ello, nos consideramos como agentes importantes en el desarrollo de su historia,
siendo responsables de innumerables aportes en los más variados campos del quehacer humano, como el científico, el cultural y el académico, para solo citar algunos de ellos.
¡Qué mejor regalo para nuestra institución el día de hoy, que la inauguración del Museo Sefardí de Caracas Morris E. Curiel! Quiero aprovechar la oportunidad para felicitar a Alberto
Botbol Hachuel y a la junta directiva del museo en ocasión de la inauguración de su sede en esta, nuestra querida sinagoga de Maripérez, deseándoles el mayor de los éxitos en la transmisión de nuestras tradiciones a través de la cultura.
Quiero agradecer al doctor Abraham Levy Benshimol, quien una vez más atendió el pedido
de su comunidad, para encabezar la organización de esta celebración, junto con Diana
Ponte Benatar, Alberto Moryusef, Joel Cohén y a todo el personal que ha trabajado con amor
por la institución para la realización de este acto. Al señor Mauricio Toledano, por su solidaridad demostrada al venir desde tan lejos, para acompañarnos y dirigirnos un mensaje
El rey David, en unos de sus salmos, reza: «Ado-nay oz leá yitén. Ado-nay yebarej et amó
bashalom». Es decir, «Que Di-os nos otorgue la fuerza para continuar engrandeciendo a
nuestra comunidad y nos bendiga con paz», tan necesaria y anhelada por nosotros.
Fuente: Nuevo Mundo Israelita