MIKVE EN CORO, viaje al origen

Miriam H. de Bierman

Néstor Garrido, Alberto BenaimAzagury y Miriam Harrar, junto a la mikve y su descubridor, Carlos Alberto Martín

Llegamos a Punto Fijo cerca del amanecer. Había llovido y la humedad hacía algo más soportable el calor. Nuestra comisión, representando al Centro de Estudios Sefardíes de Caracas de la Asociación Israelita de Venezuela, estaba acompañada por el rabino Samuel Garzón y el profesor Carlos Alberto Martín, de la Universidad Central de Venezuela, arqueólogo de la excavación que descubrió este asombroso hallazgo.

Encontrar en la Casa Senior una mikve que data aproximadamente de 1850 es un hito que modifica la historia conocida de la comunidad judía que, de origen curazoleño, se asentó en Coro. Si había una mikve eso hablaría de una comunidad religiosa, cuidadosa de sus mitzvot, apegada a la Halajá.

La comisión viajaba con la esperanza como equipaje. Hacía aproximadamente dos años ya que el arqueólogo, frente al poco apoyo gubernamental, se había dirigido a la Asociación Israelita de Venezuela a través del CESC. El hallazgo fue milagroso: se había detectado una especie de brocal, como de una piscina pequeña, casi el último día de trabajo del profesor Martín en la Casa Senior, y él regresaba a su labor en la UCV al día siguiente; sin embargo, decidió excavar junto con su equipo. Algo le decía que debía hacerlo. Ya las máquinas de las autoridades gubernamentales estaban listas para depositar tierra y piso en toda esa zona, con lo cual se habría perdido el hallazgo. Las primeras fotos suministradas por el arqueólogo al CESC apuntaban a que podría ser una mikve, pues varias pautas que debe seguir un baño ritual, de acuerdo con la Torá, parecían cumplirse. Sin embargo, solo el rabino podría testificarlo.

Lograr hacer el viaje no fue sencillo; burocracia y solapamiento de autoridades lo dificultaban. Por suerte, la buena voluntad de algunas autoridades nacionales y la colaboración exhaustiva de la Fundación Cultural del Patrimonio Hebreo Falconiano, además del apoyo incondicional que la Asociación Israelita de Venezuela siempre presta a las actividades del CESC, lograron dar su fruto.

Viajamos de Punto Fijo a Coro con nuestros ojos llenos de la realidad que hoy circunda a Venezuela: vías defectuosas, el amable chofer preocupado porque en esa carretera asaltan, alcabalas de guardias nacionales que más que seguridad inspiran recelo, y sobre todo las patéticas colas inconmensurables de compatriotas procurando comida y medicinas.

Llegamos a nuestro destino y fuimos recibidos por la Fundación del Patrimonio Cultural Hebreo Falconiano, el señor Henríquez, la familia Coronado, benefactora de todo nuestro periplo, atenta a todas y cada una de nuestras necesidades. Emocionante conocer cómo en recuerdo de su padre y esposo ejemplar, Abelardo Coronado (Z’L), su esposa e hijos se abocaron a la reconstrucción, refacción y equipamiento del Cementerio Judío de Coro, de la Sala de Oración y de la excavación de la mikve, apoyados por la Universidad Francisco de Miranda, cuyo docente Antonio Molina pasó a ser nuestro aliado.

 

Durante la rueda de prensa ofrecida a los medios locales

Igualmente la Fundación de Patrimonio Nacional, cuyo presidente Omar Vielma viajó a Coro para ser partícipe de estas actividades y puso sus equipos a nuestro servicio, constituyéndose sin protocolo en un amigo; la gobernadora de Falcón, amable y dispuesta a colaborar.

Hay que aclarar que en estos momentos el estatus de Coro como Patrimonio de la Humanidad se encuentra en peligro. La mala praxis en la conservación del patrimonio, aparentemente, llevó a las autoridades de la Unesco a dar un plazo, que vence en julio de este año, para determinar si se han cumplido las normas y se declara el casco colonial de Coro como Patrimonio Nacional. Indudablemente, el hecho de haber realizado un hallazgo arqueológico tan importante como la mikve dota de un valor agregado a toda esta zona. Sin embargo, este hallazgo fue fruto de la perseverancia de un arqueólogo, el profesor Carlos Alberto Martín, el apoyo de la Fundación del Patrimonio Cultural Hebreo Falconiano, y de la Asociación Israelita de Venezuela.

En Coro conocimos a Marilia, joven abogada venezolana que trabaja con la familia Coronado y tiene a su cargo la reelaboración de los estatutos de la Fundación del Patrimonio Cultural Hebreo Falconiano. Marilia se convirtió en nuestra compañera y amiga durante todo el viaje.

Visitar el Cementerio Judío de Coro, reparado gracias a los buenos oficios de la familia Coronado y donde yace su padre, Abelardo Coronado (Z’L), y escuchar una plegaria por las almas que allí reposan en boca del rabino Samuel Garzón, fue uno de los momentos más emocionantes de nuestro viaje.

Sin duda, el momento más extraordinario fue ver al rabino Garzón entrar en la mikve y realizar con paciencia y concentración su tarea de certificarla como tal. El rabino Garzón es un joven estudioso, competente, educado, que une a su condición de rabino la de venezolano, nacido en esta tierra de gracia con un gentilicio amable, simpático, generoso y de excelente humor. Cuando después de varios minutos el rabino hizo la señal de que la estructura era una mikve, escuché aplausos y vi lágrimas en muchos ojos, muchos no judíos, descendientes de judíos otros, corianos orgullosos de su patrimonio; orgullosos de que su ciudad, su estado, poseyera la mikve más antigua que se conozca en nuestro país.

Decía emocionado el rabino Garzón, como una metáfora: “Sumergirse en una mikve, en esa agua pura, semeja sumergirse en el líquido amniótico materno primigenio; es sumergirse en el agua de la Creación, en el Génesis, en donde primero fue el agua”.

Aparte de consideraciones religiosas, me atrevo a añadir que vivir esa experiencia tan emocionante fue para nuestro grupo “sumergirse” en una renovación, en una energía colectiva que nos permitirá seguramente seguir trabajando en pro de nuestras raíces y cultura.