Con participación del CESC Comunidad judía recordó la TRAYECTORIA DE MARIANNE KOHN-BEKER con un conversatorio

Sami Rozenbaum

Aunque estaba enamorada de sus raíces askenazíes, Kohn-Beker entendía al pueblo judío como una unidad, por nunca negó sus aportes intelectuales al Centro de Estudios Sefardíes de Caracas ni a la revista Maguén-Escudo, de la que fue colaboradora.

El 8 de octubre se llevó a cabo, en la sede de la Fraternidad Hebrea B’nai B’rith, un conversatorio en homenaje a la reconoci-da académica Marianne Kohn Beker (Z’L), convocado por la Federación Sionista de Venezuela.Isaac Bimblich dio la bienvenida al nutrido público en nombre de la B’nai B’rith, y re-cordó que el Premio de Derechos Humanos, máximo galardón que otorga esa institución, correspondió en 2009 a Espacio Anna Frank, del cual Kohn Beker fue fundadora.

Abraham Levy Benshimol, moderador del evento, destacó que la idea de llevar a cabo el conversatorio tuvo una acogida fraternal y entu-siasta por parte de las instituciones comunitarias.Entre una y otra ponencia se proyectaron fragmentos de una videoentrevista realizada en el año 2000, editada por Nelson Hariton, en el que Marianne Kohn Beker se refería a sus recuerdos vitales, a la importancia que les daba a la familia y a sus principales preocupaciones intelectuales.

A continuación se resumen las participaciones de los invitados: Ilana Beker, hija de la homenajeada; Emanuel Abramovits, director de Cultura de la Unión Israelita de Caracas; Ruth Capriles, politóloga; Néstor Garrido, director de Publicaciones del CESC, y el poeta Harry Almela.

Ilana Beker: la cultura es lo que nos impulsa

«No quiero llamar a esto “homenaje”, porque a mi mamá poco, por no decir nada, le gustaban… Nunca permitió que en un discurso, por ejemplo los de In Memoriam –para lo que trabajaba año tras año sin cesar y que han sido pronunciados por embajadores o personalidades venezolanas– fuera mencio-nado su nombre. En fin, consideraba que su trabajo era su deber como ser humano, continuar y emprender las obras que ayuden a mejorar el futuro, ya sea de un individuo, de la familia, de la comunidad o del mundo entero.

Capriles: armonía y tolerancia

«Conocí a Marianne a finales de los años 1970 en el Instituto de Filosofía de la UCV. Ella estaba trabajando en esos días sobre el concepto de libertad en Hannah Arendt.

»Eran días gloriosos para el pensamiento y la discusión intelectual en ese Instituto. Para mí, recién graduada y persiguiendo estudios de doctorado que me llevaron a la filosofía analítica, fue un privilegio haber participado de esa breve escapada de las oscuridades de Hegel, Marx, Cardozo y toda la compañía de marxistas y “dependentólogos” que nos inyectaban en amplias dosis en la UCV.

»Marianne presentó su trabajo sobre Hannah Arendt en el seminario semanal que se realizaba en el Instituto. Cada quien presentaba su trabajo para ser criticado por los pares (y no pares en mi caso). La crítica era mortal, sin inquina, pero sin compasión. Allí aprendí de la crítica constante de las ciencias, y sobre lo que la lógica implacable podría hacer por el comportamiento humano.

»Con el trabajo de Marianne sucedió algo que solo ahora, cuando recuerdo, me percato. La batalla crítica de mentes brillantes, desplegada en los encuentros que realizábamos, se convirtió en una conversación armoniosa, de intercambios consensuales.

»Pienso que dos factores generaron esa anomalía: la personalidad de Marianne, que irradiaba, suscitaba armonía y tolerancia; y que adie po-día estar en desacuerdo con Marianne, ni discordar de verdades dichas con tan leve toque que no podían suscitar antagonismo.

Garrido: la importancia de la memoria

«Mi primer contacto laboral con Marianne Beker estu-vo enmarcado en el proyecto de la gerencia de Cultura de la Unión Israelita de Caracas, de preservación de la memoria oral de la comunidad judía de Venezuela, en el año 2000, con el que se habían recogido las decenas de testimonios de judíos y gentiles que habían sido testigos de esos comienzos. Después, me tocó mi primera reunión con Marianne, en su casa de San Rafael de La Florida, donde de lo primero que me habló fue de la importancia de la memoria y de que la película, que narraría la historia de los primeros askenazíes que llegaron a Venezuela a principios del siglo XX, debía empezar con la frase: “No olvides quién eres ni de dónde vienes”. Imbuidos en ese espíritu de recuperación del recuerdo, como parte fundamental del ser judío, comenzamos Marianne y yo la aventura de narrar y contar las peripecias de los clappers en tierras venezolanas, en una película que llamamos Valió la pena, que saldría simultáneamente con Noticia de una diáspora, que ella apadrinó, y la conversión en libro de los testimonios de los sobrevivientes del Holocausto en los tomos de Exilio a la vida».

Almela, poeta: pendientes del «otro»

«No me gustan las palabras “solidaridad” ni “tolerancia”. Tolerar significa soportar, aguantar; se empleaba durante la Edad Media para referirse a tener que aguantar a alguien que ha cometido un delito. Es una palabra contaminada: “yo soy el baremo que mide lo que se puede soportar o no, el que mide a los demás”, al “otro”. Por eso me interesa la preocupación de Marianne por el “otro”, que viene de los trabajos de Emmanuel Lévinas.

»Lévinas empleaba una imagen, la contraposición entre el mítico héroe griego Ulises y el patriarca hebreo Abraham. Luego de sus aventuras, Ulises siempre regresa a su vida, al “sí mismo”. En contraste, Abraham promete no regresar y le pide a su familia y a sus sier-vos que lo acompañen en un camino que no tiene fin. Es la diferencia entre la mentalidad griega y la judía. »Marianne siempre apuntó al tiempo de lo por venir; tenía que ver con el infinito, con todo aquello que apunta hacia el “otro”. Nosotros debemos estar pendientes del “otro”, tal como Marianne lo hizo.

Al final, Esther «Dita» Cohén, hermana de Marianne, agradeció a los presentes y señaló: «Lo único que deseo es que ella siga presente. Hay que leer, seguir adelante, pensar que el futuro va a ser mejor. Eso es continuar con el trabajo de Marianne».

NMI