LA HUELLA SEFARDÍ EN MELILLA. 150 Años de aportación judía

María Elena Fernández Díaz

Para mí, es motivo de satisfacción y orgullo enviar esta pequeña reseña a esta importante revista Maguén-Escudo, relatando mi paso por Caracas, hace donde pude disfrutar tanto en el auditorio Elias Benaim Pilo como en el centro «Hebraica» de la compañía de nuevos amigos departiendo sobre un tema tan interesante como es «La presencia judía en Melilla, 150 años de historia y aportación».

Fui invitada por la Asociación Israelita de Venezuela y el Museo Sefardí de Caracas a los actos programados con motivo de los 151 años de la Comunidad Judía de Melilla, titulado MELILLA Y VENEZUELA UNA ANTIGUA AMISTAD, enmarcada en el programa  LUCES Y SOMBRAS DE LA INMIGRACION EN VENEZUELA, de la Embajada de España en Venezuela. A su vez, a través de del contacto de mi amiga Monique Harrar y Evelyn Fuhrman pude departir con un público inigualable: las chicas de oro de Hebraica que me acogieron con un espíritu juvenil y dinámico y con las que pude disfrutar de una tarde inolvidable saboreando remembranzas de su niñez y juventud tanto en Melilla como en lugares inigualables de Marruecos, Tanger o Tetuán, con una exposición a través de imágenes y comentarios que sirvieron de nexo de unión entre Caracas y Melilla.

La información que presenté procede de un proyecto denominado SEFAMEL,(sefardíes de Melilla) de la cual soy coordinadora, dentro de la asociación socio-cultural melillense MEM GUÍMEL. Llevamos ya varios años trabajando para rescatar y difundir el legado y huella judeo-sefardi de Melilla que mostramos a través de una visita guiada por la ciudad en la denominada La Ruta Sefardí, en la cual, tanto Don Mordejay Guahnich Bitán, presidente de Mem Guímel,  como yo misma, realizamos las funciones de guía.

El día 18, en el auditorio Elias Benaim Pilo, con mi exposición se pudo comprobar cómo el legado sefardí, parte de la cultura española, fue trasvasado desde el norte de África, lugar elegido para asentarse aquellos judíos expulsados de la península por los Reyes Católicos, a la ciudad de Melilla, volviendo la cara a Sefarad y de esta a Venezuela, dejando una huella indeleble allí por donde pasó y que sigue presente.

Fue en las dos últimas décadas del siglo XIX cuando empiezan a llegar a Venezuela inmigrantes judíos provenientes del norte de Marruecos, especialmente, de Tetuán, aunque hubo otros que, procedentes de Melilla deciden tomar el mismo camino; sobre estos judíos versó mi comunicación.

 

LA CONFERENCIA

 

Cuando los Reyes Católicos Fernando e Isabel firmaron el Decreto de Expulsión en 1492 pusieron fin a mil años de vida judía en España. Los expulsados o Megorashim se dispersaron por el entonces mundo conocido; una parte atravesó el estrecho, asentándose principalmente en las ciudades costeras del norte de África como Tetuán, Tánger, Larache o Arcila y otros en el interior en diferentes kabilas del Rif uniéndose, tanto a núcleos de sefardíes exiliados en el siglo anterior, (los que en 1391 huyen de Sevilla fundando la ciudad de Debdou), como a aquellas comunidades judías que se habían asentado en esta zona en el siglo I, los llamados toshabin, que se vieron reforzados con la llegada de estos sefardíes, fundiéndose poco a poco, aunque no sin ciertas dificultades.

 

IMAGEN 1. CEMENTERIO DE DEBDU MARRUECOS. TUMBA SIGLO XVI. FOTO AUTORA

Los judíos sefardíes vivieron durante varios siglos en el norte de África no siempre en condiciones favorables sufriendo diferentes persecuciones siendo en la llamada Guerra de Marruecos 1859-1860, cuando las tropas españolas entran en Tetuán y encuentran a  «españoles», sin mezcla o casi sin mezcla de elementos extranjeros que conservan tanto el idioma como el modo de vivir castellanos.

El reencuentro de unos y otros y su mutuo descubrimiento fue la primera apertura hacia la reconciliación. Los 27 meses que duró la ocupación de la ciudad fueron para ellos una etapa de paz y de libertad y al marchar las últimas tropas en 2 de mayo de 1862, les asalta el temor a represalias decidiendo algunos seguir a las tropas españolas movidos por ese miedo.

Algunas familias se refugiaron en España, siguiendo al ejército y se exilian en las ciudades de Cádiz, Málaga, Sevilla, Ceuta y Gibraltar. Ya por esas fechas, lo que atraía a los tetuaníes era, principalmente, América del Sur (Brasil, Venezuela, Perú, Argentina…). Con excepción de Brasil, las antiguas colonias españolas se tuvieron como su principal destino, volviendo a su tierra, Tetuán, sobre todo, —algunos ya enriquecidos— para casarse, siendo Venezuela uno de los destinos elegidos.

Desde Gibraltar se acercan a Melilla. Así la Sol Salama a través de su testamento nuncupativo, redactado en su lecho de muerte en 1895, nos cuenta como ella y su marido, salen de Tetuán con lo puesto, pues los marroquíes en el asalto a la judería les dejaron sin nada. Esta llegada y asentamiento en 1864 a Melilla es el nacimiento de la Comunidad judía Sefardí  melillense.

 

IMAGEN 2.  TROPAS TETUAN GUERRA AFRICA.

 

Podemos afirmar, tras una exhaustiva investigación, que en Melilla aparecen desde temprano, hebreos sefardíes, pues son descendientes de los expulsados en 1492 por los Reyes Católicos, donde además de su religión, guardaron muchas costumbres traídas de los reinos españoles y particularmente conservaron, en algunas comunidades, el uso de la lengua española, pero con estructuras y características del castellano bajomedieval. En Melilla parece que existía, ya anteriormente a la llegada de estos expulsados o megorashim, una importante colonia judía, pues fue un importante enclave comercial. Estos judíos llegaron a Marruecos tras la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén por el Imperio Romano en el año 70 d. C. bajo las órdenes de Tito, asentándose parte de ellos en la región de la Mauritania antigua, que se correspondería con el territorio septentrional del actual Marruecos.

Los expulsados entraron en contacto con estos judíos conviviendo, seguramente en paz y armonía hasta que hacia 1497, los moradores de Melilla, cansados de las guerras entre los reyes de Tremecén y Fez por disputarse su posesión, la abandonan, la arrasan y se marchan a vivir a las kábilas de los alrededores, como Beni-Sidel, Beni-Bugafar o Tlata de donde retornarían cuatro siglos después, hacia finales de 1883. Estos habitantes hebreos de los alrededores de la ciudad habían asumido la liturgia y costumbres sefardíes debido a esa fusión con los expulsados, aunque cuando retornan a Melilla ya no dominaban ese antiguo castellano, hablando ahora el cherja (dialecto rifeño) aunque conservando en su lenguaje familiar trazas de haketia (jaketía).

El primer episodio vinculado a Melilla con judíos sefardíes lo encontramos en el Archivo General de Simancas, donde diferentes epístolas desde Melilla nos informan de su presencia en fecha temprana. El 12 de julio de 1550, siendo Alcaide de Melilla D. Juan de Perea, apareció en las inmediaciones un contingente de hombres a cuya cabeza iba el Emir de Debdú, Mulay Amar, que había sido destronado por el rey de Fez, pidiendo protección en esta Plaza cristiana junto con su ejército, vasallos y séquito entre los que iban judíos sefardíes salidos de Sevilla en 1391 y que se comunican con la guarnición  “a la manera de sus abuelos”. El Alcaide les recibe y permite alojarse dentro de  la zona dominada  por la Plaza, prolongando el Emir su estancia, más de un año, hasta que se pacifica su zona.

IMAGEN 3. ESCRITO DE SIMANCAS HABLANDO DE LA ENTRADA DE ESTOS JUDIOS DE DEDU

Entre los siglos XVI al XIX siguen llegando noticias de la existencia de sefardíes instalados en las costas marroquíes, que trabajan tanto en el Mediterráneo como para el interior del Magreb, teniendo durante estos siglos numerosos contactos con la Plaza fuerte de Melilla con la que intercambian informaciones y productos, aunque les era negada la estancia de forma permanente por la legislación española que prohibía la residencia de extranjeros en los presidios norteafricanos. En 1861 se acerca a la ciudad de Melilla el hebreo Juda Obadia en busca de justicia por una deuda con un musulman; y  será en 1864, cuando en virtud la Real Orden de 17 de febrero, se les permitiera residir en la ciudad tanto a musulmanes como a judíos marroquíes, pero solamente con el oficio de comerciantes debido a que anteriormente, en 1863 el puerto de Melilla, junto al de Ceuta y Chafarinas había sido declarado Puerto franco.

Entran a residir en  la Ciudadela o Melilla La Vieja, que era el lugar donde habitaba la guarnición con sus familias y los confinados, ya que Melilla no deja de ser un presidio hasta 1906. Los primeros sefardíes provienen de Tetuán, más tarde vendrán de Oran, Gibraltar, Casablanca, y de kabilas cercanas.

Los primeros en instalarse, alquilando una vivienda en la calle del Horno son los hermanos de origen tetuaní,  Menajem y Aarón Ovadía. Meses después encontramos documentada la llegada de otro sefardí, Mesot Ovadía, que ocupará otra en la calle San Miguel, aunque nada nos puede demostrar que no hubiera hebreos que ya residieran allí de forma temporal, sujetos a las idas y venidas de las rutas caravaneras que hacían escala en esta ciudad.

IMAGEN 4. JUDA OVADIA RECLAMA JUSTICIA EN MELILLA

El numero de sefardíes va creciendo poco a poco y solicitan la nacionalidad generando Perpetuas Memorias, es decir documentos notariales españoles de carácter personal que acreditaban su persona. En ellos aparecía tanto su procedencia como sus ascendientes y descendientes, profesión, estado civil, dirección y desde cuando estaba asentado en la ciudad. En un principio solo se nacionalizan los varones, aunque se inscriben en el padrón con sus mujeres e hijos y no será hasta 1900 cuando encontremos documentación de Ad Perpetuan Memoria donde incluyen a sus mujeres.

IMAGEN 5 HALFON HACHUEL PERPETUA MEMORIA DEL PRIMER RABINO DE MELILLA

El primer rabino que llega a la ciudad desde Tetuán es Don Halfón Hachuel Cohen, en 1865, yerno de Josef Salama  dirigiendo la primera Sinagoga instalada en la calle San Miguel, pocos años después aparece el primer cementerio sefardí hacia 1869/1870 edificado junto al cristiano, aunque separado por una tapia y con entradas independientes, abriéndose seguramente tambien la primera escuela judía en la sinagoga de la Calle San Miguel, la Tefilá Salama y en tres años, en 1868, había ya otras dos Sinagogas, la Melul y Benchimol distando entre ellas no más de cien metros dándonos una idea del numero de judios residentes de forma permanente en la ciudad.

Una de las curiosidades históricas de este cementerio es que fue comprado por la denominada Colonia Hebrea en 1902, adquiriendo la propiedad mediante Orden Real de 5 de junio en el que su Majestad el Rey Alfonso XII cede a la Junta de Arbitrios, a través del Comandante General este solar para que a su vez lo hiciera a la Colonia Hebrea, representada D. Salomón Melul Rofé y D. Ezer Benarroch Chocrón. El canon que se abonó fue de 1.080 pts. Este cementerio es un patrimonio que tenemos todos los melillenses y a pesar de su importancia religiosa, la histórica hace que se conserve y restaure para formar parte del Patrimonio Histórico pasando a ser un Bien de Interés Cultural.

IMAGEN 6. CEMENTERIO DE SAN CARLOS 1869-1892

En 1874 había empadronados, documentalmente, veinticinco sefardíes, la mayoría tetuaníes; en1884 ciento cincuenta y siete, sumándose a estos los que tenían su residencia temporal siendo, tanto el empuje comercial con el puerto franco de Melilla, como la seguridad que les ofrecía la Plaza, las claves que nos explican su asentamiento definitivo en la misma. En 1893 hay 572 judíos, de los cuales la mitad eran mujeres y niños y en 1918 más de 6.000.

Los judíos sefardíes poseían habilidades comerciales que les convertían en excelentes socios para los negocios; sus contactos con los hebreos instalados en otros países hacían de ellos unos excelentes intermediarios entre las casas comerciales europeas y su propia sociedad, encontrando en Melilla representantes de diferentes casas comerciales extranjeras sobre todo de Gibraltar.

El primer negocio del que tenemos constancia documental lo poseía David Benoliel junto a Jacomi Traverso en 1865, creando una Compañía dedicada a la venta de géneros al por mayor y menor; y el primer barrio que podríamos llamar hebreo se instala en el Mantelete hacia 1883 con la llegada de un contingente de judíos procedentes de las kabilas próximas como Benibugadar, Benisidel o Tlata que se unirían allí a aquellos hebreos que residieron en la ciudadela y que habían trasladado sus negocios al lado del puerto. Algunos se dedicaron al comercio y otro a explotación de las tierras, que eran cedidas por la Junta de Arbitrios, previa aprobación de las Autoridades Militares d la Plaza.

 

IMAGEN 7. BARRIO HEBREO

 

Hacia 1890 se empieza a poblar otro barrio denominado El Polígono Excepcional que el 1896 se convertirá en otro autentico «barrio hebreo» con más del 60% de  población judía y donde se concentran numerosos comercios, llegando a albergar a más de 3000 judíos en sus cinco calles habilitando nueve sinagogas, de las cuales una sigue abierta al culto.

Encima de este barrio se encuentra, lo que en Melilla conocemos por el Barrio Hebreo. Dicho barrio se creó en 1905, tras la entrada un año antes de unos cuatrocientos hebreos procedentes de Tazza que huían de los disturbios del Rogui Bu Hamara que sublevó a varias kabilas, sembrando el terror sobre todo entre los hebreos que huyen para refugiarse en Melilla.

En este Barrio Hebreo construyen sus casas a modo de aduares marroquíes, con patio central y habitaciones alrededor donde vivían tanto la familia como los animales. Ahí es donde el tetuaní Don Yamin Benarroch hizo edificar una calle entera para estos necesitados con un alquiler muy bajo que al final pasó a estos sin haber abonado prácticamente nada, instalando a su vez una sinagoga y una escuela. En esta parte de la ciudad solo quedan viviendo tres familias judías que orgullosas de su legado sefardí nos muestran sus hogares en cada visita que hacemos con la Ruta Sefardí.

En la zona céntrica de Melilla o zona neurálgica, se encuentra el Triangulo de Oro o Pequeña Sion que es como era conocida debido al alto número de hebreos que recibieron concesiones de solares; allí instalan sus Tefilot (Sinagogas). El lenguaje estilístico, modernista de estas viviendas es representativo del cosmopolitismo al que también aspiraba y en el que participó activamente, este sector burgués sefardí.

IMAGEN 8. PEQUEÑA SION

En esta zona se elevan diferentes edificios modernistas que son el orgullo de Melilla como el maravilloso Edificio Melul. En este Triangulo de Oro instalan nuevos comercios más modernos, acordes con la zona, destacando los de la familia Benarroch, Melul o Salama.  A su vez es ahí donde quedan a fecha de hoy abiertas al culto diferentes Tefilot y donde podemos encontrarnos a diario a hebreos camino de sus rezos. En esta zona siguen abiertos algunos de sus negocios.

A su vez nos encontramos con la más bella sinagoga de la ciudad, Or Zaruah, en el pasaje David Melul, mandada elevar por Don Yamin Benarroch para honrar a su padre Aquiba, en 1925 según planos del Don Enrique Nieto, artífice de gran parte del modernismo melillense y donde se pueden apreciar bellísimos ventanales y lámparas conservando un patrimonio mueble de gran importancia.

Llegó un momento en que en Melilla convivieron  19 sinagogas y ante la necesidad de tener un colegio propio se construye el edificio del Talmut Tora, inaugurado hacia mediados de 1926 y que es el primer colegio abierto para judíos en España tras la expulsión, siendo financiado en gran parte por Don Yamin Benarroch y que en la actualidad es el liceo Privado israelita Don David Melul.  Durante la Guerra Civil y hasta 1949 estuvo en manos de Falange.

IMAGEN 9. MONUMENTO A YAMIN BENARROCH

Encontramos en Melilla un monumento a un sefardí muy ilustre, Don Yamin Benarroch, tetuaní que viene a Melilla con su padre y tío y que fue un gran filántropo, ayudando a crecer tanto a la comunidad hebrea como a Melilla, mediando en muchos y diferentes asuntos.

La huella sefardí en la ciudad sigue presente tanto en patrimonio mueble como inmueble e inmaterial, encontrando parte de esta en las ceremonias nupciales, destacando por un lado la propia vestimenta de la novia y por otro el contrato matrimonial. Se sigue utilizando el traje de berberisca en la denominada velada de novia o despedida de soltera y  el mismo documento matrimonial aparece descrito a la usanza castellana, tradición observada por los descendientes de aquellos hebreos expulsados de Castilla.

Toda esta huella sefardí, junto con la importancia misma de su presencia física, que fue de hecho el inicio de esa multiculturalidad y convivencia de que hace gala en la ciudad, hace patente que Melilla posee un patrimonio sefardí muy importante y sobre todo inigualable, que tenemos la obligación de preservar y que tiene su importancia tanto para los hebreos de Melilla como para la misma ciudad y por extensión de España.

A la vez que el patrimonio tangible y visible encontramos la huella sefardí en el patrimonio inmaterial que se mantiene en las costumbres, liturgia y gastronomía, que esta retratado de forma individualizada en las grandes personalidades como los  Rabinos Cohen o Anconina, el humanitario y filántropo Don Yamin Benarroch, la catedratica Doña Perla Wahnon Benarroch, que estudio su carrera de Física y Química en Jerusalén, Doña Alicia Benarroch Benarroch, licenciada en ciencias Químicas que trabaja actualmente en el campus de la Universidad de Granada en Melilla, Don Alberto Levy, medico y actual coordinador de la unidad de trasplantes en Melilla o Don Mordejay Guahnich Bitan, presidente de Mem Guímel y primer judío en entrar en la Academia General Militar de Suboficiales y que trabajó hasta su jubilación, como Brigada, en el insigne cuerpo de Regulares. Estos son solo un mínimo ejemplo de las personalidades que se han forjado en la ciudad de Melilla y que han sabido contribuir al desarrollo y engrandecimiento de la misma, como españoles y sefardíes.

 

IMAGEN 10.MUSEO SEFARDI

 

En la ciudad y partiendo de toda esta huella sefardí, se ha instalado un Museo Sefardí, de los pocos existentes en España, con explicaciones  de lo que es en esencia la religión judía, liturgia y fiestas, siendo visitado por miles de turistas a lo largo del año comprobando ese legado y presencia judía en la ciudad.

Días después de esta presentación, en el  auditorio Elias Benaim Pilo fui invitada a visitar el centro Hebraica, donde disfruté de un público maravilloso compuesto de señoras, de cierta edad…que orgullosas de sus orígenes y raíces se mostraron muy complacidas con mis explicaciones sobre la ciudad de Melilla y el patrimonio jueo-sefardi del que disfrutamos.

Algunas, provenientes de esta ciudad mediterránea y multicultural contaron sus experiencias de niñez y adolescencia, incluso se atrevieron a entonar una cancioncilla, que todo el que se precie de ser melillense se sabe y que dice: Illa, illa, illa los de Melilla, los de Melilla, illa illa illa los de Melilla….una jornada en verdad inolvidable que llevaré para siempre en el corazón.

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