N.159 Abril – Junio 2011 Nisan – Sivan 5771

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200 años.

Al celebrarse los doscientos años de la independencia de nuestro país del Imperio Español, el mismo que trescientos años antes había expulsado a los judíos y había lanzado a la vez a sus conquistadores a estas costas americanas, celebramos igualmente los doscientos años de nuestra presencia en Venezuela, ya no como conversos ni a calladas, sino abiertamente como judíos orgullosos de nuestro pasado y del potencial que podíamos desarrollar en estas nuevas tierras de promisión, libres de la persecución de la Inquisición y de los estigmas de sangre, que siguieron imperando en la Metrópolis durante unas décadas más.

En la primera constitución de la Venezuela republicana se decreta la «tolerancia de cultos» como uno de los actos fundacionales de la revolución independentista, lo cual era una invitación abierta a asentarse en estas tierras los judíos de las Antillas, en especial a los de Curazao, con quienes los mantuanos criollos habían tenido contacto mediante el contrabando, con el que los criollos burlaban las leyes monopólicas españolas que obligaban a comerciar los productos agrícolas, especialmente el cacao, la caña de azúcar y posteriormente el café, únicamente con la península.

Junto con los quesos tipo Gouda, los encajes de Amberes y la cristalería de Bohemia que los «piratas» holandeses, valga la aclaración, judíos curazoleños, estos trajeron a Venezuela libros e ideas libertarias que germinaron entre cierta elite caraqueña que, posteriormente, encabezaría la gesta libertadora. La independencia venezolana, primera en las costas caribeñas de Tierra Firme, fue una oportunidad para el reencuentro de los judíos descendientes de los expulsados de España y Portugal con la cultura hispánica, de la cual nunca se desligaron, ya sea por sus apellidos o por su idioma (el papiamento, como creación sefardí, tiene como base el portugués y como fuente léxica al español), y por ello se dio de forma natural y armónica, interrumpido durante algunos años por los motines antisemitas de Coro, impulsado más por los intereses económicos del general Falcón que un sentimiento popular, y la prueba está, que pasado el tiempo, estos judíos retornaron a la primera capital colonial de Venezuela y allí dejaron huella hasta el día de hoy.

En este momento, en que la comunidad judía se ha visto mermada en su número, debido a una emigración como consecuencia de múltiples factores entre los que no se pueden ignorar las diversas expresiones hostiles emanadas desde las cúpulas del poder político a través de los medios oficiales y oficialistas, es propicio revisar la historia patria para rescatar los momentos gloriosos de una Venezuela que, como acto de filantropía, fue pionera en América en abrir sus puertas y asegurarnos que el horror de la Inquisición no tendría lugar en su tierra libre.

Índice
Hilulá de Rabí Shimón Bar Yohai, una tradición que se renueva sin perder su esencia y vigencia
Exitosa exposición itinerante Visados para la libertad llega a la UCV
Autorizaron a la AIV a vender sus acciones en el CMYK
Un curso que invitó a releer a KAFKA
Corte Rabínica de Israel RECONOCEN COMO JUDÍOS A LOS CHUETAS DE MALLORCA
ELÍAS DAVID CURIEL: el poeta coriano del aislamiento
Historia de las comunidades judías de ASTURIAS
Conjeturas del ANTISEMITISMO en el período medieval
LA GRANADA JUDÍA DE LOS ZIRÍES
LOS CUENTOS DE YOHÁ: tradiciones sefardí, árabe-islámica y universal
Panorama de la canción JUDEOESPAÑOLA
El casamiento de mis padres en ALCÁZAR KEBIR
LA POLIGAMIA en Israel
JUDÍO, pero buena gente
AL RESCATE del ladino bosnio

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